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El coste humano de una ciudad en venta

Los lectores y las lectoras escriben sobre el derrumbe de un edificio en Madrid, la candidatura de Trump al premio Nobel de la Paz, y la gestión del PP de la sanidad en Andalucía

El pasado 4 de octubre, un edificio en obras en el centro de Madrid se vino abajo. Se vino abajo como se viene abajo todo lo que está construido a base de prisa, miedo y precariedad. Era una obra más para un hotel más, en una ciudad que ya no quiere ser habitada, sino fotografiada. Uno de esos edificios que se levantan deprisa, porque el turismo no espera y los márgenes de ganancia tampoco. Lo que sí espera —siempre— es el cuerpo del obrero. El cuerpo del migrante. El cuerpo que nadie nombra. Los periódicos hablaron de accidente. De tragedia. De heridos. Pero ninguno nombró lo que realmente pasó: que la ciudad se construye sobre cuerpos desechables, que cuando se derrumba una obra, lo que se desmorona no es el cemento, sino el pacto social que finge proteger a quienes nunca han sido prioridad. Los medios dijeron que fue una “desgracia”. Pero no lo fue. Fue un síntoma. Una consecuencia de un sistema que antepone la rentabilidad al derecho a vivir. Lo que se cayó no fue solo una obra, sino la promesa de una ciudad para todos. Una ciudad que se construye con manos migrantes, cuerpos racializados. Y que solo se sostiene porque hay alguien dispuesto a callar el miedo, a aguantar el golpe.

Verónica Aravena Vega. Barcelona

Nobel de la Paz

Hay en Estados Unidos un presidente que, sin estar en guerra con Irán, decidió un día lanzar sobre aquel país algunas de sus bombas más pesadas para disuadirle de intentar conseguir la bomba atómica y demostrar al mundo quién es el más fuerte. Con el envío ininterrumpido de armas a Israel ha contribuido a la masacre que el Gobierno israelí lleva perpetrando desde hace dos años en Gaza. Por otra parte, ha rebautizado el Departamento de Defensa de su Gobierno con el nombre de departamento de Guerra, y se ha ausentado de gran parte de los organismos internacionales encargados de intentar mantener un cierto orden en el mundo. Con tales antecedentes, ¿merece este personaje el premio Nobel de la Paz al que aspira, creyéndose, en su patológico egocentrismo, el aspirante más cualificado?

Armando Alfonso López. Santa Cruz de Tenerife

Algo falla en la sanidad andaluza

Juanma Moreno ha aceptado la dimisión de la consejera de Sanidad por la crisis del cribado del cáncer de mama. Hay que reconocer que eso está bien ante una crisis en la que debían asumir responsabilidades. Pero algo está fallando, ya que es ella la tercera consejera de Sanidad por el PP que ha tenido que dimitir en Andalucía. El problema no son los distintos consejeros/as que han pasado por el cargo, sino la forma que tiene el PP de gestionar la sanidad, una manera que ha dejado a su paso estragos: desde los ancianos que fallecieron en las residencias durante la crisis de la covid-19 hasta esta crisis en la que es posible que haya personas fallecidas. Y concretamente en Andalucía no son pocas las quejas de los usuarios y trabajadores sobre la sanidad. Todo esto deja entrever lo que piensan de la sanidad pública en el PP que, según Juanma Moreno, “puede llegar un momento en el que sea inviable”. Tengamos esto presente el verano que viene en las elecciones autonómicas andaluzas.

Antonio Aguilar Baena. Córdoba

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