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Moldavia llama a Europa

La UE debe estar a la altura de la rotunda victoria del europeísmo en un país estratégico para la seguridad del continente

El resultado de las elecciones legislativas celebradas el domingo en Moldavia no es un asunto meramente local, sino un acontecimiento trascendental para el continente. El partido europeísta Partido Acción y Solidaridad (PAS), liderado por la presidenta, Maia Sandu, obtuvo una rotunda victoria con el 50,1% de los votos y se aseguró la mayoría absoluta en el Parlamento. Su arrollador triunfo sobre la alianza prorrusa del Bloque Patriótico (24,19%) representa mucho más que la consolidación de un proyecto político interno. Es un mensaje claro a Bruselas y Moscú de que la sociedad moldava quiere un futuro dentro de la Unión Europea.

La victoria del europeísmo moldavo se produce en un contexto regional explosivo. Moldavia, una antigua república soviética del tamaño de Cataluña enclavada entre Rumania y Ucrania, se encuentra en la primera línea del pulso geopolítico entre Europa y Rusia. Una Moldavia en manos de fuerzas prorrusas habría sido codiciada pieza en las ambiciones de Putin hacia el oeste y, desde el punto de vista militar, hubiera aumentado la vulnerabilidad de Ucrania con un país hostil en su retaguardia gobernado por títeres de Putin. Rusia mantiene oficialmente a unos 1.500 soldados en Transnistria, enclave separatista en territorio moldavo que funciona como un punto de presión militar y político de Moscú y donde se reconoce como única autoridad al presidente ruso.

Como prueba de lo que estaba en juego, el Kremlin ha tratado de desestabilizar el proceso electoral de forma evidente. El domingo, en pleno recuento se detectaron hasta 16 millones de ciberataques en el sistema electoral moldavo, según reveló el primer ministro, Dorin Recean. También ha utilizado propaganda digital y hasta ha entrenado a jóvenes moldavos en Serbia en tácticas de disturbios urbanos. Setenta de ellos fueron detenidos apenas seis días antes de la apertura de las urnas.

La inequívoca apuesta moldava a favor de Europa y la promesa de libertad llega tras la incertidumbre creada a raíz del referéndum sobre la adhesión a la UE celebrado en octubre del año pasado. Entonces el “sí” a la UE se impuso por apenas 0,62 puntos de diferencia. Pero ahora, a la vista del veredicto de las urnas, la Unión no puede permitirse actuar con pasividad. Integrar a Moldavia debe convertirse en una prioridad estratégica porque Putin está demostrando que su ambición no se limita a Ucrania. Permitir que Moldavia caiga en manos rusas sería profundamente injusto para el pueblo moldavo y abriría una brecha muy peligrosa en el flanco oriental de Europa.

Bruselas tiene, pues, que escuchar el mandato del pueblo moldavo, que ha elegido con firmeza el camino europeo. Ignorar esta voluntad sería no solo una traición a la ciudadanía de Moldavia, sino también un error estratégico que pondría en riesgo la seguridad del continente.

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