Besos a escondidas en el siglo XXI
Los lectores escriben sobre la libertad de expresar la homosexualidad, el peligro de un retroceso en la igualdad, trabajar para poder vivir y estar pendientes de las redes
Hace unos meses estuve con un chico. Una de esas relaciones líquidas, relaciones de sí pero no, de colegueo, y de todas esas infinitas formas de nombrar y que nos obsesiona a los jóvenes —o casi jóvenes como yo— hoy en día. En la despedida, en la penumbra del salón de su casa, a 400 kilómetros de la mía, me dijo: “Te beso aquí, fuera no me gusta que me vean”. Y en ese momento, me lo replanteé todo. ¿Vivimos realmente en una sociedad sana? ¿Plural? ¿Abierta a la diversidad? ¿Merezco yo, que me entrego libre y disponible, ser relegado a la sombra? ¿Es él libre de ocultar a quien le entrega su intimidad? Quizá. Pero comprendí que, aunque en parte es víctima, también es verdugo. Y decidí quedarme con lo segundo. Porque ya tenemos una edad. Porque la vida pasa. Y nadie, absolutamente nadie, merece vivir en lo oculto. Menos aún en una sociedad que presume de ser libre, diversa, plural… y está llena de banderas arcoíris. ¿O no?
Alberto Barranca Jiménez. Valencia
No demos por sentado las conquistas
EE UU va a volver a debatir si es legal el matrimonio igualitario, algo que ya se creía conquistado. Por otro lado, esta semana hemos visto como el Partido Político Reformado de Países Bajos ha decidido no incluir a mujeres en sus listas electorales porque consideran que “las mujeres no tienen vocación política”. Es triste ver que, a día de hoy, hay gente que sigue pensando que las mujeres no pueden participar en política o que las personas homosexuales no puedan casarse. Pero tenemos que superar esa tristeza y esa rabia y luchar para que el machismo y la homofobia desaparezcan de una vez.
Antonio Alguilar Baena. Córdoba
¿Qué nos motiva?
Ahora es muy frecuente como requisito en las postulaciones de empleo enviar cartas de motivación. Un género en el que me he vuelto experta debido a las muchas de ellas que he enviado, sin respuesta. ¿Qué nos motiva? ¿Realmente nos motivan las ganas de crecer en la organización, aportar nuestras habilidades profesionales o pertenecer a la empresa? O quizá, esas son las palabras que una usa para explicar de manera grandilocuente que lo que realmente nos motiva es el sentido de supervivencia, el deber de llevar algo a la casa, poder pagar el alquiler a tiempo, respirar sin que el mundo asfixie. Porque tenemos que admitirlo: la mayoría no tenemos otra salida.
María Rubiano. Bogotá (Colombia)
La era de la vanidad
Nunca habíamos sido tan dependientes de la validación ajena. Veo a la gente más preocupada por las reacciones de un puñado de desconocidos a la foto de su última comida que por estrechar los vínculos con quienes compartimos el día a día fuera de la pantalla. El gusto por lo instantáneo ha pasado a ser algo agónico. Esa impaciencia por contar dónde estamos, qué hacemos, qué comemos, qué sentimos, qué tenemos, no es otra cosa que una ansiedad derivada de la necesidad de validación por esta sociedad convertida en rebaño. Se nos llena la boca criticando el uso de pantallas en la infancia, ¿pero qué pasa con los adultos?
Elena Cruzado. Madrid