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Este es el momento

Debemos hacer todo lo humanamente posible para que la guerra de Gaza termine, lo que sea con tal de que termine

La guerra de Gaza debe terminar ya. Debería haber terminado hace más de un año, en los primeros meses, cuando se le presentó a Netanyahu una oferta de acuerdo integral sobre los rehenes. Si termina la guerra, acabarán las muertes y el hambre que sufren los habitantes de Gaza a diario y los rehenes israelíes podrán volver a casa. Todas las encuestas muestran que ...

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La guerra de Gaza debe terminar ya. Debería haber terminado hace más de un año, en los primeros meses, cuando se le presentó a Netanyahu una oferta de acuerdo integral sobre los rehenes. Si termina la guerra, acabarán las muertes y el hambre que sufren los habitantes de Gaza a diario y los rehenes israelíes podrán volver a casa. Todas las encuestas muestran que la inmensa mayoría de los israelíes está a favor de un alto el fuego permanente. Y no son los únicos. El mundo entero parece deseoso de que termine este horror: desde Europa y Estados Unidos hasta Australia y China, la gente ve el hambre y la muerte en Gaza y quiere que acaben de una vez. Pero Netanyahu no ceja en su empeño. Después de prometer a sus votantes hace 15 meses que estaba “a un paso de la victoria total”, ahora nos está arrastrando a lo que algunos miembros de su gobierno mesiánico llaman con arrebato “guerra eterna”.

La guerra de Gaza debe terminar ya. Netanyahu sigue arrastrando a Israel a cometer crímenes de guerra en nombre de la democracia y su nombre acapara la atención internacional, pero a él le da igual lo que digan. Las voces de la oposición, aun con su presencia desde las enormes protestas por las calles israelíes hasta el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya, parecen incapaces de detener los crímenes y las injusticias. Cuando el ministro de Defensa, el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, el director de los Servicios de Seguridad y el Tribunal Supremo de Israel, además de todos los jefes de Estado de Europa, exigen un plan o una explicación, siempre hay una solución fácil: siempre es posible despedir a los ministros, los generales y los directores y decir a los dirigentes europeos —como sugirió diplomáticamente el propio hijo de Netanyahu— que se vayan a la mierda.

La guerra de Gaza debe terminar ya. Me lo repito cada noche mientras trato de conciliar un sueño difícil, plenamente consciente de que, por la mañana, me despertaré para empezar un día exactamente igual al anterior: otra protesta, otra condena, mientras en Gaza siguen muriendo más hombres, mujeres y niños hambrientos. Si antes yo era la rana en el agua caliente, ahora hace ya tiempo que esa rana está hervida, pero no estoy solo en la olla. Conmigo están también personas de todo el mundo que esperan un cambio, un avance, algo que ponga fin a esta pesadilla. Algo que no ha llegado desde el 7 de octubre y que, si lo dejamos en manos de Netanyahu y Hamás, probablemente nunca llegará.

La guerra de Gaza debe terminar ya. Y debemos hacer todo lo humanamente posible para que termine: sanciones económicas, editoriales, manifestaciones, desobediencia civil, oraciones, lágrimas, lo que sea, con tal de que termine. En Israel, mi hogar, que hoy se esconde detrás de la inocente palabra “democracia”, hay una vergüenza moral imperdonable. Una iniquidad que debe acabarse. Y, para que se acabe, debemos unirnos todos —políticos y artistas, progresistas y conservadores, religiosos y laicos, israelíes, europeos y estadounidenses— en nombre de la humanidad y no dejarnos confundir ni dividir con discursos huecos y cortinas de humo. Aunque tengamos discrepancias, todos somos personas y compartimos una humanidad y una cordura que trascienden la ideología y las opiniones. Este no es el momento de las disputas ni los purismos. Ya nos enzarzaremos más adelante. Este es el momento de que cada uno de nosotros haga todo lo posible para acabar con esta situación.

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