Mentir no es una anécdota
El engaño que ha forzado la dimisión de la diputada del PP Noelia Núñez es importante por lo que revela de la política en España
La vicesecretaria general de Movilización y Reto Digital del PP, Noelia Núñez, dimitió este miércoles de todos sus cargos después de reconocer que no tiene títulos universitarios, contra lo que había hecho constar en su currículo en el Congreso —era diputada por Madrid— y en otras instituciones, incluida la universidad privada donde daba clases. Núñez, que también era portavoz del PP en Fuenlabrada (Madrid), había calificado el incidente de “equivocación” y afirmado que “no tenía intención de engañar a nadie”. La exdiputada tenía cada vez más visibilidad dentro y fuera del partido, tanto en los platós de televisión como en el reciente congreso popular. “Pisa fuerte. Habla claro. Desde Fuenlabrada, Noelia Núñez”, la saludó desde la tribuna del congreso el presidente de la formación, Alberto Núñez Feijóo.
Un incidente de este tipo podría parecer anecdótico si no confluyeran en él dos tendencias. Una, la inflación de títulos académicos que se revelan incompletos o simplemente falsos, un fenómeno que no es exclusivo ni del Partido Popular ni de España. La otra, que la falta de confianza en los políticos sea hoy uno de los motores del auge de la extrema derecha, en España y en Europa.
La primera tendencia es reflejo de la persistencia de un problema cultural: la sobredimensión de los títulos universitarios como señal de prestigio social y competencia laboral. Es lo que explica el injustificado descrédito (cada vez más débil, afortunadamente) de la formación profesional. Hay áreas en las que un diploma de estudios superiores es imprescindible como señal de haber adquirido los conocimientos necesarios para ejercer un trabajo, pero en otras no. La política es una de estas últimas: es un oficio en el que la voluntad de servicio público, la empatía y la experiencia pesan más que un título, y en el que hay profesionales (los letrados de las Cortes, sin ir más lejos) para auxiliar a sus señorías en la tarea de convertir sus ideas en leyes.
Lo que sí merece reproche en un político es mentir y repetir la mentira. Núñez, como otros políticos que vinieron antes que ella, no aprovechó hasta el miércoles ninguna de las numerosas ocasiones que se le ofrecieron para decir la verdad. Empezando por la declaración responsable que los estatutos del PP exigen como requisito para acceder a cualquier cargo público, un documento en el que se debe hacer constar la debida formación y experiencia.
En un ambiente tan polarizado como el español, hay una preocupante tendencia a sobrevalorar las mentiras ajenas y a considerar las propias como faltas sin mayor importancia (o exigencias de la política del momento). Esa actitud redobla la desconfianza de la ciudadanía en sus representantes y da alas a quienes venden, para supuestamente regenerar el sistema, soluciones antisistema, es decir, antidemocráticas. No es indispensable ser licenciado en Derecho para representar a la ciudadanía; ser honesto, sí.