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Bezos se alquila Venecia

Entre 40 y 48 millones de euros se va a gastar el fundador de Amazon en su boda con Lauren Sánchez

El fundador de Amazon, Jeff Bezos, y Lauren Sánchez, abandonan el hotel Aman Venice, este miércoles. Foto: Yara Nardi (REUTERS) | Vídeo: EPV

Claramente, mi invitación debe haberse perdido en el correo porque estamos en puertas del bodón del año, de la década y del siglo y sigo sin noticias. El fundador de Amazon, Jeff Bezos, y la antigua periodista de Fox News, Lauren Sánchez, se casan este fin de semana en Venecia — el segundo enlace para ambos— y han decidido tirar la casa por la ventana, un pellizquito de los 230.000 millones de dólares en que se estima la fortuna del también dueño de The Washington Post. Hasta Venecia se han desplazado unos 250 invitados VIP entre los VIP, como Ivanka Trump, Kim Kardashian, Elton John o Tom Brady. Como cliente destacada de la empresa de Bezos, yo había tirado de mi mejor fondo de armario para prepararme para los tres días que durarán las festividades del enlace. En eso es en lo único en lo que la boda de Bezos se parece a la mayoría de las bodas actuales, que entre preboda, boda y el almuerzo de despedida del día después acabas el fin de semana para el arrastre.

En la invitación, lo primero que han pedido los novios ha sido que, por favor, no les hagan ningún regalo, lo que debe ser de agradecer para alguien que puede tener cualquier cosa que se le ocurra a golpe de clic. A cambio, Sánchez y Bezos les recuerdan las generosas donaciones que han hecho en nombre de sus invitados a la ciudad: a la oficina veneciana de la Unesco, un millón al consorcio que cuida del equilibrio ambiental de la laguna y otra aportación a la Universidad Internacional de Venecia.

Todo sea para compensar la huella de carbono de los 90 aviones privados que llevarán a los invitados hasta la capital del Véneto y las molestias que puedan ocasionar los yates a la laguna y a sus habitantes. De hecho, Bezos ha llegado a La Serenissima en su propio megayate, valorado en 500 millones de dólares, para poder disfrutar de las cosas propias que se hacen en los yates, como la fiesta de la espuma que celebró con su novia y futura esposa.

En las redes, los usuarios hacían cálculos del impacto ambiental de semejante despliegue, mientras los demás nos dedicamos a separar las cápsulas del café y a hacer compost en casa para reducir el desperdicio de alimentos. Y se quedaban con cara de panolis, claro.

Entre unas cosas y otras, la pareja se dejará en estos tres días entre 40 y 48 millones de euros, según el presidente del Gobierno de la Región del Véneto a la que pertenece Venecia, Luca Zaia. Vamos, que se han alquilado Venecia para el fin de semana como quien cierra un parque de bolas para el cumpleaños de su niño. Dice su alcalde que para una ciudad que recibe cada día 10.000 turistas, manejar 250 invitados es coser y cantar.

El enlace ha puesto a media ciudad en pie de guerra, quizás porque la otra mitad piensa que la rentabilidad que pueda dejar el enlace lo compensa todo. Un grupo de activistas desplegaba el martes una pancarta en la plaza de San Marcos que decía: “Si Bezos puede alquilar Venecia para su boda, también puede pagar más impuestos”. Porque Amazon es una de las multinacionales con las prácticas fiscales más agresivas. Según un informe de la Fundación por una Fiscalidad Justa, Amazon es la multinacional con la peor conducta fiscal. La compañía tiene su sede europea en Luxemburgo, uno de los países con la fiscalidad más laxa. Las protestas han obligado a cambiar la ubicación de algunos de los eventos preparados para los invitados y están previstos nuevos actos a lo largo del fin de semana.

The New York Times ha sentenciado que el enlace constata el triunfo de lo hortera, mientras el senador Bernie Sanders arremetía desde X contra la oligarquía tecnológica y su exhibición obscena de riqueza.

No parece que los novios se dejen impresionar. Dicen que Sánchez (Lauren) se va a cambiar hasta 27 veces de vestido. A poco que se retrase con algún cambio o tenga que retocar maquillaje o peinado corre el riesgo de perderse su propia boda.

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