Criptobananas

Los lectores escriben sobre el arte, el deporte para los mayores, la sociedad de consumo rápido y proponen unos requisitos para los servidores públicos

'Comedian', la obra de Maurizio Cattelan.RHONA WISE (EFE)

La obra de arte Comedian, de Maurizio Cattelan, ha sido vendida por algo más de seis millones de dólares. Esta obra, que consiste en una banana real pegada a una pared con cinta adhesiva, tiene los días contados, pues la fruta se degradará más temprano que tarde. Justin Sun, su orgulloso comprador, ya ha anunciado públicamente la intención de comérsela, convirtiéndose así no solamente en propietario, sino también en parte íntegra de una experiencia artística total “que inspirará más reflexiones y debates en el futuro”. Porque sí, señoras y señores del mundo moderno: esto que estamos presenciando es arte. Yo así lo creo de verdad. Es arte que ha caído en manos equivocadas y con finalidades claramente ligadas a una estrategia publicitaria a favor de Sun y su imperio cripto. Él dice querer provocar reflexiones y debates en el futuro. En el presente, yo me pregunto: con seis millones de dólares, ¿cuántas bananas frescas podría haber comprado y repartido entre aquellos más necesitados?

Marc Vives Mittenhoff. Mataró (Barcelona)

La edad sí cuenta

Veo el anuncio de un nuevo centro deportivo municipal en Madrid que invita a inscribirse y, cuando me presento y digo que soy mayor de 65 años, me indican que para esa banda de edad todas las plazas están cubiertas y solo puedo apuntarme a una lista de espera. Pido inscribirme en la categoría de adulto, pagando la cuota correspondiente, pero me responden que, por indicación del Ayuntamiento, no está permitido hacerlo. En resumen, hay plazas libres, pero no para mayores. ¿Se puede discriminar por edad en una instalación municipal?

Carlos Molinero Monge. Madrid

El hambre de lo invisible

Estamos en una época donde la saturación ha dejado de ser un privilegio para convertirse en una carga. Los jóvenes vivimos con un vacío que no logramos nombrar, un hambre constante que nunca se calma. Todo parece diseñado para consumirse rápido: comida, experiencias, relaciones... Las pantallas son la nueva mesa donde se sirven fragmentos de sueños, emociones prefabricadas y distracciones que saben a poco. La tristeza no golpea de frente, se infiltra como un goteo lento. No es la falta de algo, sino el exceso de lo que no alimenta. Igual que el hambre, grita de forma silenciosa, pidiendo sentido, conexión, algo verdadero que no se halle entre los restos de un festín que nunca satisface.

Gustavo Javier García Bayas. Badajoz

Test de idoneidad

Recientemente, hemos debatido en casa sobre qué requisitos habría que pedir a un ciudadano que opte a gestionar la cosa pública. Para mí, bastaría con formular las siguientes dos preguntas. ¿Usa usted sanidad pública, privada o concertada? ¿Estudian o han estudiado sus hijos (si los tiene) o usted en un centro público, privado o concertado? En mi opinión, solo aprobarían aquellos que contestasen “público” a ambas preguntas. ¿Por qué no doy por buena la respuesta “concertado”? Porque, en nuestro país, el servicio público concertado se ha convertido en un servicio privado, financiado con fondos públicos.

María Jesús de la Puente Muñoz. Madrid



Más información

Archivado En