Errar el tiro

Los lectores escriben sobre la xenofobia, la conciliación familiar, la financiación autonómica y el desinterés por la música clásica

Manifestación en Barcelona contra el racismo en abril de 2019.Pau Barrena (AFP)

Ernest había estado muy enfermo y necesitó hipotecar su vida para pagar el tratamiento en su país. Llegó de Ghana hace dos años, ya casado conmigo, sano y con muchas ganas de trabajar. En este tiempo, entre las clases de español, la autoescuela y las visitas de seguimiento al oncólogo solo había conseguido algún contrato precario. Afortunadamente, lleva un par de meses en un nuevo trabajo, con un salario suficiente y unas condiciones justas. El otro día me dijo que no puedo imaginar la satisfacción que siente de tener por fin un sueldo digno con el que pagar impuestos en España, país al que está tan agradecido por su sanidad pública; lo orgulloso que está de colaborar con esta sociedad en la que un médico se preocupa por su salud sin extender una factura a cambio. Sin embargo, lo crean o no, cuando Ernest sube a un autobús, la mayoría de la gente se sujeta, intranquila, los bolsos y las carteras. Claramente, como sociedad, estamos errando el tiro.

Sandra Estévez Carrera. Valencia

Conciliadora vuelta al cole

Mis hijos volvieron el lunes al colegio. Me fui con el estómago encogido porque no podía estar con ellos en un día tan importante como ese. “Mamá y papá tienen que trabajar”, les expliqué. Realmente, lo digo para autoconvencerme de esa mentira que nos han hecho tragar a quienes intentamos conciliar. Y “demos gracias”, nos dicen, ya que tenemos suerte por disponer de unos abuelos que, con la poca energía de una edad avanzada, hacen esfuerzos titánicos para acompañar a esos niños de dos y de cinco años y reemplazar a sus padres. Este sistema todavía no comprende que ellos nos necesitan a nosotros y nosotros a ellos. La conciliación sigue siendo inexistente y sobrevivimos a costa de su infancia. Basta ya, que luego llenamos los titulares de la baja natalidad en España y aún nos extrañamos.

Carla Belda Rubio. Valencia

La paguita riojana

Ahora que la financiación autonómica se encuentra en el ojo del huracán, conviene recordar la contradicción en que incurren algunas comunidades. Todas buscan mejorar su tajada estatal, sin dejar de culpar a la Administración central de que no les llega lo suficiente para cubrir sus servicios básicos. Eso sí, algunas no dudan luego en ponerse medallas por rebajar impuestos o regalar primas a tutiplén. De muestra, una paguita: el Gobierno de La Rioja acaba de conceder ayudas directas de entre 2.100 y 2.700 euros a todos los autónomos riojanos, con independencia de sus ingresos, una partida total de 55 millones de euros, que se dice pronto.

Gonzalo de Miguel Renedo. Logroño

No sé

El 17 de agosto estuve en Mestalla viendo el Valencia-Barcelona. Tres datos: la entrada me costó 150 euros (no era la más cara); el estadio tiene una capacidad de 49.430 espectadores, estaba lleno. El pasado martes estuve en el Auditorio Nacional escuchando a una de las mejores pianistas del mundo, Yulianna Avdeeva, la primera mujer que ganó el concurso Chopin después de que lo ganara Martha Argerich en 1965. Tres datos: la entrada más cara costaba 37 euros; el Auditorio suma 2.324 asientos, estaba medio vacío. No sé.

Rafael Prado Mas. Torrelodones (Madrid)

Más información

Archivado En