Netanyahu, entre republicanos y demócratas

El primer ministro israelí se garantiza el tradicional apoyo de EE UU a Israel, pero no un cheque en blanco para su política en Gaza

El expresidente de EE UU, Donald Trump, recibe al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, en su residencia de Mar-a-Lago, en Florida este viernes.Amos Ben-Gershom (Getty Images)

El viaje de Benjamín Netanyahu a Estados Unidos es un buen reflejo de la situación en la que el primer ministro israelí ha colocado a su país desde que ordenara la brutal ofensiva contra Gaza a raíz del ataque terrorista de Hamás el 7 de octubre. De EE UU, el mayor aliado de Israel, Netanyahu ha obtenido esta semana mensajes ambivalentes que, si bien le garantizan el apoyo estadounidense, no suponen, como pretendía, un cheque en blanco.

Mientras el miércoles seguían cayendo las bombas sobre los campos de refugiados palestinos —la cifra de muertos se acerca ya a los 39.000—, Netanyahu se dirigía por cuarta vez al Congreso norteamericano con un durísimo discurso de reafirmación. Lejos de reconocer la desproporción de su política militar, se permitió insultar a los ciudadanos que la criticaban frente al Capitolio y a algunos de los congresistas que hacían lo mismo en el hemiciclo: los llamó “tontos útiles de Irán”. Sin prestar la más mínima atención al rechazo que en EE UU han provocado las terribles imágenes de los ataques en Gaza y jaleado por la bancada ultraconservadora, Netanyahu exigió más financiación y más armas.

Sin embargo, al día siguiente y a pesar de llevarse el respaldo genérico de la Administración estadounidense a la tradicional alianza con Israel, el líder del Likud tuvo que escuchar tanto del presidente Joe Biden como de la vicepresidenta y aspirante del Partido Demócrata, Kamala Harris, la petición de que acepte una tregua con Hamás. Es una negociación en la que Washington está directamente implicado desde hace semanas y que cuenta con un amplio consenso internacional. Todo pasa por un alto el fuego que tanto Netanyahu como la milicia islamista llevan tiempo rechazando mientras se culpan mutuamente del bloqueo. Con todo, el primer ministro israelí anunció que enviará un equipo de negociadores a las conversaciones que se celebran hoy en Roma para intentar detener unas hostilidades que este sábado provocaron nuevas víctimas tanto palestinas en la Franja como israelíes en los Altos del Golán.

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Kamala Harris elevó el tono y aseguró que “no guardará silencio” ante el coste en vidas humanas de la ofensiva militar israelí, algo que divide a los demócratas, unidos ahora en torno a su candidatura. Es un lenguaje al que Netanyahu no está acostumbrado en el cara a cara. Fiel a la estrategia que ha marcado su carrera, ha decidido huir hacia adelante y apostar por la hipotética vuelta a la presidencia de Donald Trump. El candidato republicano, que apenas ve en la masacre de Gaza un problema de imagen para Israel, lleva semanas asegurando que con él en la Casa Blanca la guerra no habría sucedido, una simpleza sin significado concreto pero que Netanyahu —que pidió expresamente verse con Trump— interpreta como carta blanca para seguir cruzando sin consecuencias todos los límites del derecho internacional humanitario.

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