El camino de Kamala Harris

La unidad del Partido Demócrata es imprescindible para ganar a Donald Trump

La vicepresidenta de EE UU, Kamala Harris, en un acto este lunes en Washington.Nathan Howard (REUTERS)

Tras la renuncia de Joe Biden a competir en las próximas elecciones presidenciales estadounidenses y su respaldo a la candidatura de Kamala Harris para sustituirle, la actual vicepresidenta ha cosechado un amplio abanico de apoyos dentro del Partido Demócrata, desde los Clinton hasta gobernadores y legisladores destacados. Ayer se les sumó la expresidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi, que después de mostrar en días pasados su interés por la celebración de unas miniprimarias para escoger aspirante, finalmente hizo público su “entusiasta” apoyo, “personal y político”, a Harris. Ante un trance político de tanta relevancia, la decisión final corresponde al partido, que debe garantizar la unidad de sus filas en un momento crítico.

Esa unidad es fundamental ahora y en todo el recorrido hasta las elecciones de noviembre si los demócratas quieren tener opciones de vencer a Donald Trump. En el caso de que, como parece, la candidatura recayera en manos de Harris, estaríamos ante una opción razonable por ser ella parte del tándem electoral que, con Biden a la cabeza, tenía todos los visos de conseguir la nominación en la convención demócrata del mes que viene. Si en términos prácticos esto significa que tiene acceso a los fondos de la campaña de su predecesor, en términos políticos Kamala Harris atesora, como vicepresidenta, una valiosa experiencia en la cúpula de mando.

La escasez de tiempo para armar una candidatura sólida concede aún más peso a su figura frente a nombres que deberían empezar casi de cero. La posibilidad de que una mujer progresista, negra y con raíces asiáticas llegase a la presidencia tendría además un gran valor simbólico. Con todo, es fundamental que su hipotética nominación se produzca después de oír la voz del Partido Demócrata, tanto para superar la accidentada forma en que ha pasado a la primera línea como para reforzar su mermada popularidad y, sobre todo, compensar el hecho de que, hoy por hoy, pudiera ser candidata sin el refrendo de unas primarias.

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Joe Biden ha tardado en retirarse más de lo aconsejable para los intereses de su propio partido, pero ha sido en muchos sentidos un buen presidente. Por eso su relevo debería profundizar en su legado de defensa de las clases medias y trabajadoras en lo económico, de firme compromiso con Ucrania y Europa en lo exterior y de cerrada defensa de los derechos de las mujeres en lo social. Otra cuestión es la guerra de Gaza, donde habría sido imprescindible una mayor presión sobre Israel para evitar la muerte de miles de civiles palestinos. Cabe por tanto esperar que la candidatura demócrata sea, como mínimo, continuista. En cualquier caso, la encarne Harris u otra persona, será el último obstáculo entre Trump y su segunda presidencia, de alto riesgo para EE UU y para el mundo. Es necesaria pues la máxima unidad para enfrentar un peligro máximo.

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