‘Alvisers’ anónimos

El votante de Se Acabó La Fiesta es idéntico al de Vox, pero tiene aún menos pudor en exhibir su ultraderechismo. Son una caricatura, pero ciertas caricaturas dan más miedo que risa

Alvise Pérez votaba el domingo en Sevilla.Raúl Caro (EFE)

Uno de mis vicios es jugar a adivinar quién ha votado qué en las elecciones. Empiezo en la campaña, auscultando al personal en la calle, las redes y los bares. Sigo en el colegio, clasificando a ojímetro a los votantes, de presidente y vocales de las mesas para abajo. Y confirmo sospechas el día siguiente, exprimiendo esas aplicaciones que desgranan el voto por provincia, municipio, calle y, casi, cada WC de tu bloque, con lo que acabo de atar cabos y le cuelgo el sambenito a todo el que se me cruce. El caso es que, después del año de la marmota electoral que vivimos, estaba una aburrida con l...

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Uno de mis vicios es jugar a adivinar quién ha votado qué en las elecciones. Empiezo en la campaña, auscultando al personal en la calle, las redes y los bares. Sigo en el colegio, clasificando a ojímetro a los votantes, de presidente y vocales de las mesas para abajo. Y confirmo sospechas el día siguiente, exprimiendo esas aplicaciones que desgranan el voto por provincia, municipio, calle y, casi, cada WC de tu bloque, con lo que acabo de atar cabos y le cuelgo el sambenito a todo el que se me cruce. El caso es que, después del año de la marmota electoral que vivimos, estaba una aburrida con lo previsible del juego, cuando, en estas europeas, saltó la sorpresa en las urnas. Un tal Luis Pérez, Alvise para su mundo, ha reunido 15.000 firmas en Telegram y ha sacado nada menos que tres euroseñorías. Más allá del retrato robot del alviser que esbozan las encuestas, ya te aterrizo yo quién le vota, y lo hago en su idioma, para que me entiendan.

El alviser tipo es ese tío que está hasta el nardo de los políticos, todos corruptos. De los inmigrantes, todos sospechosos, cuando no delincuentes. Y de las feministas, todas locas del coño, enemigas de los hombres, que han logrado que, para follar, haya que firmar un contrato ante notario. Ese que demoniza toda ayuda pública, digo paguita, a todo colectivo, persona física, jurídica, animal o cosa, salvo si le beneficia a él mismo. y que presume de saber cosas que tú no sabes y que no verás en los medios. Pues sí. Resulta que más de 800.000 españoles en plena posesión de sus facultades mentales han decidido trolear al sistema votando a un sujeto que admite que se presenta para que el aforamiento le libre de ser juzgado por crear y difundir bulos y cuyo programa consiste en deportar migrantes, recortar derechos y meter en la cárcel a todo okupa de lo que consideran su cortijo, empezando por el presidente del Gobierno. Sí, soy consciente. El votante de Alvise se parece al de Vox como a un gemelo univitelino. Pero, quizá porque aún no han tocado poder, tienen aún menos pudor en exhibir su ultraderechismo. No deja de tener guasa que el partido autodenominado Se Acabó La Fiesta celebrara su pelotazo electoral en la discoteca Kapital de Madrid, paraíso de los reservados, los pases VIP y el canipijismo de quiero y no puedo. Ahí estaba el Pequeño Nicolás, que, otra cosa no, pero sabe a quién arrimarse. Son una caricatura, de acuerdo. Pero ciertas caricaturas dan más miedo que risa.

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