Giro en Turquía
Los socialdemócratas capitalizan el descontento popular con Erdogan y vencen en las elecciones municipales
Por primera vez desde que fuera fundado hace 23 años, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), del presidente Recep Tayyip Erdogan, ha perdido unas elecciones, en lo que supone no solo un mal resultado electoral en unos comicios municipales, sino también un rechazo al modelo autoritario del líder turco, una denuncia de la corrupción que afecta a su Administración y ...
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Por primera vez desde que fuera fundado hace 23 años, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), del presidente Recep Tayyip Erdogan, ha perdido unas elecciones, en lo que supone no solo un mal resultado electoral en unos comicios municipales, sino también un rechazo al modelo autoritario del líder turco, una denuncia de la corrupción que afecta a su Administración y una crítica a su ineficaz gestión de la crisis económica. Apenas un año después de revalidar su mandato, Erdogan ha visto cómo los turcos han entregado de forma masiva la gestión local del país al socialdemócrata Partido Republicano del Pueblo (CHP).
Al frente de una formación conservadora, islamista y con tics dudosamente democráticos, Erdogan lleva dos décadas cimentando un sistema de gobierno muy alejado de los ideales laicos y modernizadores de la república fundada por Mustafá Kemal. Con un discurso ultranacionalista, el presidente turco ha construido un férreo sistema de control institucional, en el que destaca como uno de sus principales objetivos el Poder Judicial, lo que afecta tanto a la libertad de expresión como a las minorías, especialmente la kurda. Aun así, el mandatario ha visto cómo la socialdemocracia europeísta gobernará a nivel local sobre más del 60% de la población, incluyendo las ciudades más pobladas, además de las estratégicas Ankara y Estambul, donde ha aumentado el fuerte apoyo del que ya gozaba la izquierda.
Se trata sin duda de un histórico resultado, aunque conviene precisar que no tiene por qué afectar a corto plazo ni al proyecto político del presidente ni al papel que durante su prolongado mandato —Erdogan tiene poderes ejecutivos desde 2003, primero como jefe de Gobierno hasta 2014 y desde entonces como presidente electo— ha jugado Turquía en la esfera internacional: un progresivo alejamiento de Europa, un papel de socio incómodo en la OTAN, el intento de aumentar su influencia en el mundo islámico —incluyendo controvertidas misiones militares en Siria y Libia— y una actitud ambivalente respecto a Rusia.
El líder del AKP tiene ahora cuatro años por delante en los que, en principio, no habrá más convocatorias electorales en Turquía y donde puede recuperar terreno, aunque para ello tendrá que convencer al electorado de una mejora real ante los estragos que está causando la crisis económica —la inflación es del 67%—, con escasos mecanismos de protección social, un salario mínimo de algo menos de 500 euros y unas pensionas mínimas que apenas superan los 250. A los socialdemócratas, por su parte, corresponde cuajar a nivel nacional la alternativa local que ya representan.