Explotación permitida en España
Los lectores escriben sobre las eternas jornadas laborales en las grandes consultoras, las próximas elecciones en Galicia, el cuidado del arbolado urbano y la soledad de los mayores
Hace unos días conocí a un joven abogado que trabaja para una de las Big Four, las grandes consultoras americanas que se alojan en los rascacielos de Madrid. Cuando hay picos de trabajo, su jefe lo presiona para que se quede hasta las tres o las cuatro de la madrugada y regrese ese mismo día a su hora habitual. No hablamos de días, me contó que esta situación se puede producir durante semanas. Todo el mundo sabe que esa pr...
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Hace unos días conocí a un joven abogado que trabaja para una de las Big Four, las grandes consultoras americanas que se alojan en los rascacielos de Madrid. Cuando hay picos de trabajo, su jefe lo presiona para que se quede hasta las tres o las cuatro de la madrugada y regrese ese mismo día a su hora habitual. No hablamos de días, me contó que esta situación se puede producir durante semanas. Todo el mundo sabe que esa práctica contraviene los derechos de los empleados expresados en el Estatuto de los Trabajadores. Supongo que la inspección laboral también conoce de sobra que en esos edificios no se apagan las luces y se comete explotación laboral que puede traer problemas de salud para estos trabajadores. Lo que quizá más me irrita es que esas mismas firmas sí respetan los horarios en otros países como el Reino Unido, donde nadie sale más allá de las siete de la tarde porque las multas son millonarias. Aquí explotan porque pueden. No debería permitirse.
María Grijelmo. Valladolid
Galicia, Galicia, Galicia
En las elecciones gallegas, las encuestas dan como ganador a un PP que, gobernando con un líder secundario y visiblemente apático, ha heredado y ejerce políticas públicas que imposibilitan un proyecto vital incluso para una privilegiada como yo, funcionaria de la Xunta. Me encuentro con 40 años y una estrenada maternidad postergada porque, a pesar de tener un trabajo estable, el salario y sus condiciones no encajaban con la conciliación. Ahora, como empleada pública, me resulta imposible alquilar en la ciudad donde trabajo por los precios disparados de la vivienda y la ausencia de plazas en escuelas infantiles, que la Xunta ha convertido en gratuitas, pero no universales. En esto, y no en la amnistía, es en lo que voy a pensar el próximo 18 de febrero.
Laura Fernández. Santiago de Compostela
Cuidar los árboles
La reciente caída de un árbol en la ciudad en la que vivo ha provocado la tala de otros dos ante el riesgo de desplome. La actuación del Ayuntamiento de Lleida, a remolque, ignora el mantenimiento preventivo de la ciudad. Alcorques sin árboles y árboles que suplican más espacio bajo tierra, pavimento resquebrajado y calles sin pavimento, aceras sin losas o con rasillas rotas, papeleras que no son repuestas tras pequeños accidentes de tráfico, calles sin iluminación y vías con ruido excesivo. Tan solo es necesario (intentar) pasear por la ciudad y no encargar un estudio, como han hecho aquí.
José Luis Ramos Rebollo. Lleida
Fallamos como sociedad
Trabajo con personas mayores. Una noche, una señora de unos 80 años se cayó en su casa y se golpeó la cabeza. Antes de darle el alta, le pregunté con quién vivía y si alguien podía ayudarla durante los días siguientes. Me respondió que no, que vivía sola y que no tenía familiares. No sé por qué, pero le pregunté instintivamente que con quién cenó en Navidad. “Sola”, dijo. La soledad hiela a quien la sufre. Duele, escuece y mata a mucha gente. No somos conscientes a veces porque no miramos, pero está ahí. Fallamos como sociedad a nuestros mayores si los dejamos solos. Es nuestra elección seguir con los ojos cerrados o caminar con los brazos abiertos.
Juan Sánchez Cano. Madrid