Pamplona y los tiempos nuevos

Tras facilitar a EH Bildu la Alcaldía de la capital navarra, el PSOE debe explicar su relación con la coalición abertzale

La alcaldesa destituida de Pamplona, Cristina Ibarrola, saluda al nuevo alcalde, Joseba Asiron, tras la moción de censura, este jueves.Jaime Villanueva

Joseba Asiron, candidato de EH Bildu, fue elegido ayer alcalde de Pamplona gracias a una moción de censura contra Cristina Ibarrola, de Unión del Pueblo Navarro (UPN), en el cargo desde las elecciones municipales del 28 de mayo. Pese a la tensión acumulada desde que se anunció la moción el pasado día 13, ...

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Joseba Asiron, candidato de EH Bildu, fue elegido ayer alcalde de Pamplona gracias a una moción de censura contra Cristina Ibarrola, de Unión del Pueblo Navarro (UPN), en el cargo desde las elecciones municipales del 28 de mayo. Pese a la tensión acumulada desde que se anunció la moción el pasado día 13, la sesión fue más tensa en el salón de plenos que en la abarrotada plaza consistorial, algo que conviene subrayar en tiempos en los que se tiende a trasladar a la calle debates que tienen su propio cauce institucional.

El nuevo alcalde ya estuvo al frente del Ayuntamiento de la capital navarra entre 2015 y 2019. La novedad reside en que al acuerdo entre EH Bildu, Geroa Bai y Podemos se sumaron esta vez los votos del PSOE navarro (PSN). Fue justamente el Partido Socialista el que, comprometido a no facilitar ningún Gobierno a EH Bildu, impidió hace cuatro años que Asiron revalidara el cargo. Su abstención se lo facilitó a Enrique Maya, candidato de la coalición Navarra Suma, integrada entonces por UPN y el Partido Popular. Tras las elecciones del 28-M, el PSN renovó su compromiso, circunstancia que esta vez aupó a la Alcaldía a la sucesora de Maya, Cristina Ibarrola. Seis meses después, el voto favorable de los socialistas —que no entrarán en el gobierno tripartito de la ciudad— ha aupado a ese puesto a Joseba Asiron, con lo que la formación abertzale se hace con una plaza de gran carga simbólica e institucional.

Los socialistas, que insisten en desvincular su cambio de criterio del apoyo de EH Bildu a la investidura de Pedro Sánchez al frente del Gobierno de España y de María Chivite como presidenta de Navarra, apelan a la “parálisis” de la gestión municipal de Ibarrola. El componente local no alcanza, sin embargo, a explicar convincentemente un giro tan decisivo. El alcalde de Tafalla, Xabier Alcuaz (EH Bildu), preside la Federación Navarra de Municipios y Concejos con los votos del PSN, pero a nadie se le escapa que es en Pamplona donde los socialistas han traspasado la línea roja que ellos mismos se impusieron: negarse a apoyar a EH Bildu mientras no lleven hasta sus últimas consecuencias la autocrítica por los años en los que, con diferentes marcas electorales, algunas formaciones dentro de esa coalición ejercieron de brazo político de la banda terrorista ETA.

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Doce años después de que la banda anunciara que dejaba de matar, EH Bildu es una formación legal que incluye en sus estatutos la condena a la violencia y cuyo acuerdo con el PSN en Pamplona contiene una alusión expresa al reconocimiento y reparación de las víctimas. Minutos antes de la moción de censura, apoyó una subvención a la Fundación Víctimas del Terrorismo propuesta por UPN. Los socialistas navarros repitieron ayer que no quieren compartir Gobierno municipal con los abertzales porque a estos les quedan “muchos pasos que dar”, en alusión a la condena específica y no genérica del terrorismo de ETA y a la necesaria autocrítica sobre su papel en aquel tiempo.

A la vez hablaron de un “tiempo nuevo”. Pese a que el PSOE acostumbra a minusvalorarla públicamente, a nadie se le escapa la relación institucional que de facto existe entre ambas formaciones. Sería bueno, por tanto, que el Partido Socialista incluyera en ese nuevo tiempo el abandono de su tendencia al escapismo en las explicaciones sobre sus relaciones puntuales con EH Bildu y contara con claridad sus razones de fondo para cambiar de criterio sin incurrir en la contradicción de recordarle, casi retóricamente, los pasos que le faltan por dar. Esos “tiempos nuevos” reclaman liderazgo político y social para explicarlos.

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