El efecto benéfico de las renovables

España ha reducido sus emisiones de gases de efecto invernadero en el último año, lo que supone un importante cambio de tendencia

Parque eólico en la provincia de Barcelona.Angel Garcia (Bloomberg)

Las emisiones de gases de efecto invernadero en España se han reducido este año un 7,5% respecto a 2022, según un estudio del Basque Centre for Climate Change (BC3) y el Observatorio de la Transición Energética y la Acción Climática (OTEA). La bajada supone reducir un 5,6% las emisiones de 1990, fecha que suele tomarse como referencia. Esta investigación coincide con otras como la del Observatorio de Sostenibilidad,...

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Las emisiones de gases de efecto invernadero en España se han reducido este año un 7,5% respecto a 2022, según un estudio del Basque Centre for Climate Change (BC3) y el Observatorio de la Transición Energética y la Acción Climática (OTEA). La bajada supone reducir un 5,6% las emisiones de 1990, fecha que suele tomarse como referencia. Esta investigación coincide con otras como la del Observatorio de Sostenibilidad, que apunta también a un descenso, en su caso en torno un 5,3%.

El dato es especialmente relevante por dos motivos. En primer lugar, porque a la fuerte caída provocada por la pandemia en 2020 le siguieron dos años de repunte en las emisiones. Así pues, 2023 marcaría un importante cambio de tendencia. Por otro lado, el descenso se produce en un año en el que se espera que el PIB español aumente por encima del 2%, con lo que supondría una desconexión entre los gases de efecto invernadero y el crecimiento económico. Es decir, se demostrará que es posible reducir las emisiones y, dentro de unos márgenes, seguir creciendo.

Entre las causas de esta reducción, los expertos apuntan al despliegue de las renovables y al menor uso de ciclos combinados —que consumen gas— en la generación de energía. Las nuevas cifras suponen una buena noticia, pero seguimos lejos de alcanzar los compromisos adquiridos para, de acuerdo con la ciencia, afrontar el desafío climático. El sector del transporte es el más rezagado en esta transición, por lo que resulta obligado dar un impulso a las estrategias de movilidad sostenible.

Comprobado que es posible reducir las emisiones, es el momento de incrementar la ambición. La noticia debería ser un acicate para profundizar en las medidas de ahorro y eficiencia, así como para acelerar el despliegue de las energías renovables, la electrificación de la economía y la citada transición ecológica del transporte.

Respecto a lo primero, se ha avanzado en los últimos años gracias a las políticas públicas de ayuda a una mayor eficacia en el consumo de energía. Para incrementar la implantación de renovables es clave maximizar el autoconsumo allí donde sea posible, facilitar la creación de comunidades energéticas y alcanzar acuerdos con las comunidades autónomas para instalar parques solares y eólicos que generen beneficios tanto para sus promotores como para los lugares que los albergan.

Por su parte, la electrificación de la economía, aunque en marcha, necesita de mayor empuje, en especial en el sector industrial. Finalmente, la rezagada sostenibilidad del transporte no podrá avanzar sin un análisis riguroso de los elementos que dificultan su implantación y puesta en marcha de forma accesible para todos los niveles de renta y en todos los territorios.


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