La esperanza polaca

Al nuevo Gobierno de Donald Tusk le toca arreglar los desperfectos en el Estado de derecho y en la relación con la UE ocasionados por el partido iliberal Libertad y Justicia

El nuevo primer ministro de Polonia, Donald Tusk, presentaba el martes su programa de gobierno ante el Parlamento, en Varsovia.ALEKSANDRA SZMIGIEL (REUTERS)

Polonia tiene de nuevo un Gobierno liberal y pluralista, comprometido con la construcción europea y solidario con la vecina y sufriente Ucrania en guerra con Putin. Tras ocho años gobernada por el partido de la Libertad y la Justicia (PiS), iliberal, ultraderechista, nacionalista y euroescéptica, ha obtenido la mayoría parlamentaria para dirigir el país el líder de la Plataforma Cívica, ...

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Polonia tiene de nuevo un Gobierno liberal y pluralista, comprometido con la construcción europea y solidario con la vecina y sufriente Ucrania en guerra con Putin. Tras ocho años gobernada por el partido de la Libertad y la Justicia (PiS), iliberal, ultraderechista, nacionalista y euroescéptica, ha obtenido la mayoría parlamentaria para dirigir el país el líder de la Plataforma Cívica, Donald Tusk, al frente de una coalición que engloba a 13 partidos entre la derecha moderada, el centro y la izquierda. El nuevo Gobierno se enfrenta al difícil reto de reparar los desperfectos en el Estado de derecho y en las relaciones de Varsovia con Bruselas producidos por la etapa de un gobierno ultra que actuó siempre hermanado con la Hungría populista y reaccionaria de Viktor Orbán.

Ha fracasado el último intento del hasta ayer primer ministro, Mateusz Morawiecki, de formar gobierno sin contar con mayoría parlamentaria tras aceptar el encargo del presidente del país, el también ultraderechista Andrej Duda. Ese encargo ha sido la primera maniobra dilatoria de un presidente con derecho de veto sobre la legislación y que no dudará en obstaculizar la recuperación del pluralismo político y de la independencia de los jueces que se ha propuesto la heteróclita coalición de Tusk, paso previo a la recepción de los fondos bloqueados por Bruselas.

Es un veterano y experimentado político el que ha conseguido desalojar al PiS del Gobierno. Donald Tusk fue primer ministro desde 2007 hasta 2014, presidente del Consejo Europeo de 2014 y 2019 y presidente del Partido Popular Europeo, al que pertenece su formación, Plataforma Cívica, de 2019 a 2021. Su éxito en una fórmula de coalición y con un programa plural y europeísta, justo en el momento en que la presión de las extremas derechas en ascenso está desplazando hacia el extremismo a los partidos conservadores en todo el mundo, es un mensaje esperanzador, con repercusiones con vistas a las elecciones al Europarlamento del próximo junio, especialmente viniendo de un país de los de mayor tamaño y significado estratégico de la Unión Europea.

La tarea que le espera es ingente, y probablemente no podrá entrar a fondo en ella hasta los comicios presidenciales, dentro de dos años, cuando su coalición intente desalojar a Duda de la jefatura del Estado. Para recuperar los ocho años perdidos, Tusk tiene que despolitizar la justicia, recuperar la independencia de los medios de comunicación públicos, promover los derechos reproductivos de las mujeres y combatir la homofobia promovida por el PiS. Pero deberá hacerlo con tacto e inteligencia, especialmente hacia el electorado rural, base del PiS. Ha sido ejemplar el discurso con el que pidió la confianza parlamentaria, en abierta ruptura con los recelos antieuropeos de sus predecesores, en el que identificó la fortaleza y la soberanía de Polonia con la fortaleza y la soberanía de la Europa unida.

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