ChatGPT espera respuestas

El primer aniversario de la aplicación más exitosa de todos los tiempos permite evaluar los retos que plantea la IA

Una persona consulta el ChatGPT.MASSIMILIANO MINOCRI

“Este ha sido el año en el que la gente con un cierto interés en la tecnología pasó de no tomarse la inteligencia artificial demasiado en serio a tomársela muy en serio”, decía Sam Altman, CEO de OpenAI, días antes de ser despedido y, posteriormente, fichado por Microsoft. Se refería al 30 de noviembre de 2022, cuando lanzó ChatGPT, la aplicación con más éxito de todos los tiempos, con 13 millones de usuarios únicos a finales de diciembre. Hoy ChatGP...

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“Este ha sido el año en el que la gente con un cierto interés en la tecnología pasó de no tomarse la inteligencia artificial demasiado en serio a tomársela muy en serio”, decía Sam Altman, CEO de OpenAI, días antes de ser despedido y, posteriormente, fichado por Microsoft. Se refería al 30 de noviembre de 2022, cuando lanzó ChatGPT, la aplicación con más éxito de todos los tiempos, con 13 millones de usuarios únicos a finales de diciembre. Hoy ChatGPT tiene más de cien millones de usuarios y es la cabeza de una carrera por la inteligencia generativa en la que participa todo el mundo. Google tiene Bard y Microsoft tiene Bing. Amazon ha comprado Anthropic, una escisión de OpenAI.

La asombrosa criatura nació con varios defectos que, de momento, no encuentran solución. Al haber sido entrenada de forma indiscriminada con contenidos de internet, tiene el poder de regurgitar el trabajo de los artistas, músicos, autores y profesionales que ha digerido, alterando el mercado de las industrias creativas y provocando un aluvión de demandas por infracción de copyright. Otro defecto es su tendencia a inventarse libros que no existen y acontecimientos que nunca tuvieron lugar. Son defectos de una máquina cuya magia es predecir una palabra detrás de otra, basándose en los textos y conversaciones que ha procesado anteriormente. Se trata, en fin, de una inteligencia que no es cognitiva sino estadística, y por lo tanto no entiende la diferencia entre la ficción y la realidad.

Otros de sus problemas sin resolver tienen que ver con los usos maliciosos de la tecnología. Por ejemplo, la producción automática de imágenes, voces y acontecimientos falsos: contenidos diseñados para provocar una respuesta emocional de la ciudadanía en momentos en que se necesitaría un pensamiento frío, como unas elecciones generales, una guerra o un desastre natural. Pero, sobre todo, la producción de pornografía no consentida, que convierte los colegios y espacios de trabajo en centros de humillación y vejación de, sobre todo, niñas y mujeres. Su último defecto es una sed insaciable de agua y electricidad.

Según un estudio del departamento de ingeniería eléctrica e informática en la Universidad de California, Riverside, una conversación con ChatGPT consume alrededor de 50 centímetros cúbicos de agua, equivalente a una pequeña botella de plástico. Multiplicado por 1,5 mil millones de usuarios mensuales, el defecto puede ser crítico. El entrenamiento de GPT-3 en los centros de datos de Microsoft en Estados Unidos consumió directamente 700.000 litros en aproximadamente un mes, sin incluir el uso indirecto de agua asociado con la generación de electricidad. Bluefield Research estima que los centros de datos de las empresas que mantienen los modelos de IA, como Amazon, Google, Meta y Microsoft, utilizan más de mil millones de litros de agua al día, incluyendo la utilizada en la generación de energía. El centro de datos que Meta planea construir en Talavera de la Reina tiene un coste sobre plano de 665 millones de litros al año y hasta 195 litros por segundo durante el “flujo máximo de agua” de la instalación.

Nada de esto ha frenado su desarrollo. Al usar como interfaz el lenguaje humano, el éxito ha sido inmediato y masivo. La aceptamos antes de saber entenderla, utilizarla o regularla. Las máquinas ya responden. Ha llegado el momento de que —creativa, responsable y legalmente— respondan los seres humanos.

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