Ofertas telefónicas irrechazables

Los lectores escriben sobre los servicios de atención al cliente y la gestión de los políticos, y María Asunción Mateo, viuda de Rafael Alberti, responde a un artículo de Luis García Montero

Trabajadoras en un centro de atención telefónica.Michael H (Getty)

He recibido una llamada de unos grandes almacenes en la que se me comunica que después de haber comprado días atrás un electrodoméstico no he ido a suscribir el seguro gratuito por tres meses que tal adquisición me confiere. La amable interlocutora me interpela sobre si estaba al tanto de tal circunstancia. Le respondo que sí. La comercial, acto seguido, cordial, me pregunta por el motivo de no haber, aún, hecho uso de tan magnífico obsequio. Le respondo que el motivo es el cansancio. “¡Cansancio!”, altera su voz la jovial trabajadora. “Sí”, le respondo. Agotamiento idéntico, rayano en el hast...

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He recibido una llamada de unos grandes almacenes en la que se me comunica que después de haber comprado días atrás un electrodoméstico no he ido a suscribir el seguro gratuito por tres meses que tal adquisición me confiere. La amable interlocutora me interpela sobre si estaba al tanto de tal circunstancia. Le respondo que sí. La comercial, acto seguido, cordial, me pregunta por el motivo de no haber, aún, hecho uso de tan magnífico obsequio. Le respondo que el motivo es el cansancio. “¡Cansancio!”, altera su voz la jovial trabajadora. “Sí”, le respondo. Agotamiento idéntico, rayano en el hastío, al que me produce la última ganga a la que puedo acceder si contrato con la compañía Velas del Noroeste el consumo de electricidad; con Kripton Enterprise el gas no ruso procedente de Rusia, o con Gramófonos del Atlántico la conexión a internet, móviles, gigas ilimitados y televisión. Antes de finalizar, le doy las gracias y le hago saber que si no acepto ese magnífico presente es porque me he hecho mayor, y porque nadie da duros a cuatro pesetas. Antes de colgar… un bisbiseo recorre el call center: ¿qué son duros?

Francisco Javier Santos. Santiago de Compostela

Infamantes declaraciones

Me veo obligada a desmentir a Luis García Montero, que en el artículo Feminismo manipulado no solo me insulta gravemente, sino que denuncia mi actuación en la Fundación Rafael Alberti. Me acusa de haberme apropiado de parte de la donación, con especial énfasis en los dibujos que Picasso le regaló a mi marido, cuando todavía no lo era, y cuya donación hizo Alberti junto a María Teresa León en 1979 a El Puerto de Santa María. Dicha donación, ante notario, fue suscrita y corroborada, también ante notario, cuando se materializó la entrega al Ayuntamiento, donde en 1989 se creó la fundación que lleva su nombre. Allí quedó depositado su legado. Allí puede comprobarse la falsedad de las afirmaciones de García Montero, quien sostiene que me los dio en mano en la Diputación de Cádiz, como parte del legado albertiano que llegó desde su casa de Roma. Los dibujos picassianos, así como su perro y otros recuerdos, los trajo Rafael consigo en el avión que le condujo a España en 1977, por lo que es imposible que estuvieran en dicha Diputación con las pertenencias romanas. Amigos y conocidos suyos —entre ellos García Montero— tuvieron ocasión de verlos dentro de las carpetas que Rafael guardaba en las casas en las que vivió. Y esta es una buena ocasión para que se manifiesten quienes vieron esos dibujos y estén a favor de la verdad. Que esta declaración se haga pública me parece un acto de justicia y de reparación respecto a mi honorabilidad, puesta en duda una vez y otra.

María Asunción Mateo.

Política culebrón

La política se ha convertido en un circo, en una telenovela digna de las tardes, donde priman el drama y la teatralización. Me dan vergüenza ajena las formas. ¿Dónde se ha visto que quienes deberían ser “excelentes” y “ejemplares” conviertan plenos en un capítulo de cualquier culebrón? La política española debería estar comprometida a gestionar el país por y para los ciudadanos, no para sus amigos, bancos o grandes empresarios. Merecemos una política renovada, ejemplar, con proyectos claros que no atenten contra los ciudadanos.

Victoria Arena Delgado. Barcelona


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