La paz y la guerra
Los lectores escriben de la distancia que nos separa del horror en Gaza, la propuesta de amnistía de los juristas afines a Sumar y la urgencia de los tiempos
Mesas y sillas a rebullo en la plaza, gente comiendo y bebiendo sin mirar la hora. El tiempo se disfruta en la plaza hasta altas horas de la noche. Se comenta el buen tiempo que hace en mitad de octubre. Al mismo tiempo, en las televisiones de esos bares se transmite una guerra terrible. Cadáveres por las calles, edificios reventados... Mujeres, enfermos, niños y ancianos cuyo único refugio es taparse la cara ante tanto desastre. Es el contraste tremendo de un p...
Mesas y sillas a rebullo en la plaza, gente comiendo y bebiendo sin mirar la hora. El tiempo se disfruta en la plaza hasta altas horas de la noche. Se comenta el buen tiempo que hace en mitad de octubre. Al mismo tiempo, en las televisiones de esos bares se transmite una guerra terrible. Cadáveres por las calles, edificios reventados... Mujeres, enfermos, niños y ancianos cuyo único refugio es taparse la cara ante tanto desastre. Es el contraste tremendo de un país en paz con un país en guerra. Las pantallas ofrecen imágenes de mandatarios que se reúnen en busca de una paz que no son capaces de conseguir. Proclaman: “¡Hay que ganar!”. Yo me pregunto: ¿qué hay que ganar para que muera tanta gente y haya tanta destrucción? En el bar, las familias ríen ajenas a las escenas de explosiones y de muerte. Por la plaza pasean familias de otros países y me pregunto las razones para que salieran de sus casas, personas con distintas culturas que no saben si serán aceptadas. La miseria, la pobreza y las guerras les empuja a huir de sus hogares.
Pilar Valero Capilla. Zaragoza
¿Por qué?
El viernes escuché a una locutora decir que faltaba la mitad del tiempo que había dado Israel para desalojar a los habitantes del norte de Gaza. Se preguntaba si es posible hacerlo en menos de un día. Y nos quedamos tan tranquilos. Sin reaccionar. Sin exigir una actuación a quienes ostentan el poder. Me cuesta mucho asistir a este ejercicio de desprecio a la dignidad humana, a la vida humana. Me cuesta mucho no tener respuesta a mi por qué.
Enrique Guijarro Parra. Conil de la Frontera (Cádiz)
La amnistía de Sumar
He leído en el dictamen sobre una propuesta de ley de amnistía, presentado por juristas afines a Sumar, una frase que me revolotea. Expresa que se aplicaría sobre “aquellas acciones y omisiones que hayan tenido por finalidad la reivindicación del derecho de autodeterminación de Cataluña”. Reivindicar es “reclamar algo a lo que se cree tener derecho”. Tengo para mí que reclamar el derecho de autodeterminación es plenamente legítimo y constitucional, y que quienes están incursos en procesos penales es porque han hecho algo más que reclamar: quizás tomar, en lugar de pedir. Estaría bueno que después de tanto revuelo resultara que se amnistía solo lo que no está penado: la reivindicación.
Fco. Javier Martínez Hornero. Barcelona
Nos estamos perdiendo
La inmediatez es un desafío del siglo XXI. Lo veo cada mañana cuando, en los carriles de aceleración, los conductores son incapaces de esperar unos metros para incorporarse a la autovía. Lo veo cada día en el aula, donde impera el “ya”: los alumnos lo quieren todo de inmediato, hasta aprender. No sabemos parar. Y, el día que lo hacemos, nos sentimos incluso mal porque parece que estamos “perdiendo el tiempo” cuando, muchas veces, lo que ocurre es que nos estamos perdiendo a nosotros mismos.
Esmeralda Turpín Moreno. Santa Cruz de Tenerife