Israel, el terror y las metáforas

Leemos denuncias de la violencia simbólica, económica o verbal, pero cuando aparece la violencia real no estamos seguros de su existencia

El secretario general del PC, Enrique Santiago, el pasado 14 de marzo en el Congreso.Fernando Sánchez (Europa Press)

Una de las características de nuestro tiempo es que la metáfora se impone sobre la realidad. Leemos denuncias de la violencia simbólica, económica o verbal, pero cuando aparece la violencia real no estamos seguros de su existencia. El líder del Partido Comunista, Enrique Santiago, exsecretario de Estado de la Agenda 2030, dice que no tiene claro qué es un grupo terrorista. Se ha negado a afirmar que ...

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Una de las características de nuestro tiempo es que la metáfora se impone sobre la realidad. Leemos denuncias de la violencia simbólica, económica o verbal, pero cuando aparece la violencia real no estamos seguros de su existencia. El líder del Partido Comunista, Enrique Santiago, exsecretario de Estado de la Agenda 2030, dice que no tiene claro qué es un grupo terrorista. Se ha negado a afirmar que Hamás lo sea, aunque la Unión Europea lo califique de ese modo. Esto ocurría poco después de que militantes de Hamás asesinaran a cientos de civiles y secuestraran a 150 personas, y de que grabasen y difundieran imágenes de las atrocidades. En otras ocasiones, Santiago ha aplicado ese calificativo con más ligereza: habló del “terrorismo económico” de Angela Merkel. Esa reticencia a condenar los hechos es frecuente en dirigentes de Sumar y Podemos. Asombra en un partido de gobierno y vive en variantes. En el mejor de los casos, es momento de explicaciones sutiles y contexto: la sutileza consiste en decir que la culpa la tiene Israel.

Hay razones para rechazar las políticas del Gobierno israelí y simpatizar con la causa palestina. Las críticas más devastadoras de la gestión de Netanyahu y de la situación de los territorios ocupados se leen, como es lógico, en la prensa israelí. También los mayores defensores de los derechos palestinos suelen ser israelíes. Esas personas, para desconcierto de parte de la izquierda occidental, tienden a pensar que su país tiene derecho a existir y sus ciudadanos a vivir en paz.

Los gazatíes también son víctimas de Hamás: sufren el gobierno de una mafia teocrática y padecerán las consecuencias de la respuesta israelí. Algunos insisten en no equiparar a los palestinos con Hamás, pero son ellos quienes lo hacen: si organizas una manifestación de apoyo a “los derechos del pueblo palestino” horas después de que una organización terrorista haya cometido crímenes horribles en su nombre, no está claro lo que defiendes, pero desde luego no son los derechos de los palestinos.

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Se trata de una patología de la extrema izquierda occidental. Pasa del anticolonialismo y del odio a Occidente al antisionismo; a veces ese antisionismo tiene rasgos antisemitas. Los comparte con la extrema derecha, que recicla viejos fantasmas con palabras como globalismo. Los paladines de los oprimidos plantan su penúltima línea de defensa: no está claro, dicen, que los terroristas decapitaran a decenas de bebés. Quizá solo los asesinaron. @gascondaniel

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