Para qué sirve invalidar la ciencia
Alguien ahora trabaja duro para invalidar la información científica meteorológica en España
La destrucción sistemática de los organismos de protección medioambiental fue el legado principal del Gobierno de Jair Bolsonaro en Brasil. Nada más llegar al Gobierno empezó su guerra contra el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales del Brasil, principal supervisor de la deforestación en la Amazonia. Llegó a destituir a su director en agosto de 2019, después de que publicaran un informe destacando un aumento de 88% de la deforestación de la selva en junio, en comparación con el mismo mes de 2018. Bolsonaro, que había asumido la presidencia en enero de 2019, acusó a la institución de...
La destrucción sistemática de los organismos de protección medioambiental fue el legado principal del Gobierno de Jair Bolsonaro en Brasil. Nada más llegar al Gobierno empezó su guerra contra el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales del Brasil, principal supervisor de la deforestación en la Amazonia. Llegó a destituir a su director en agosto de 2019, después de que publicaran un informe destacando un aumento de 88% de la deforestación de la selva en junio, en comparación con el mismo mes de 2018. Bolsonaro, que había asumido la presidencia en enero de 2019, acusó a la institución de manipular sus datos e imágenes satélite y a su presidente de estar “al servicio de alguna ONG”. También acusó a los líderes indígenas y las ONG de haber provocado los terribles incendios de agosto de 2019, con dinero de Leonardo Dicaprio. Y protegió a las organizaciones criminales de Amazonia, dedicadas a la tala y la explotación ilegal.
En España, la guerra contra los organismos de protección medioambiental es tan parecida que le copia los lemas, los memes y las consignas a la brasileña. Con una diferencia: la mayor parte sucede a oscuras en los grupos de Telegram, Facebook y WhatsApp, los canales cifrados masivos de la red social. Esa campaña de desinformación se ha acelerado en los últimos meses. Lo sabemos porque se manifiesta a través de síntomas como los ataques a la Agencia Estatal de Meteorología, el equivalente al Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil.
Los servicios meteorológicos nacionales están siendo víctima de una campaña de acoso, insultos y amenazas de muerte. Les llaman para decirles “sois unos asesinos, estáis matando a mis hijos, lo vais a pagar”. Un nivel de inquina extravagante para una institución estrictamente científica cuyo trabajo es mantener e interpretar de forma actualizada los sistemas básicos de observación, telecomunicaciones, predicciones y archivos y procesamiento de datos del Estado español. Que no pertenece a ningún partido, ideología o religión. “Lo peor es que la persona que estaba insultándonos estaba convencida de sus palabras”, explicaba la portavoz Estrella Gutiérrez en una entrevista reciente con eldiario.es. Alguien trata de convencer a algunos españoles de que la información meteorológica es peligrosa, con bulos que distribuye de forma organizada por la red.
Los acosadores están convencidos, pero los impulsores de las campañas no. Bolsonaro sabe que la crisis climática existe. No es un negacionista real. Su guerra contra las instituciones medioambientales fue una estrategia para autorizar la explotación industrial de las tierras indígenas, reconocidas como posesión permanente, imprescriptible y exclusiva de las comunidades indígenas por la Constitución de 1988. En el proceso, convirtió Brasil en el país más peligroso del planeta para la protección del medioambiente. También podría haber convertido el Amazonas en una máquina de producir CO2.
Alguien ahora trabaja duro para invalidar la información científica meteorológica en España. Alguien que tiene un plan. Alguien que quiere tapar las consecuencias de la explotación inapropiada de regadíos, acuíferos y otros recursos preciosos en un país donde el calor y la sequía son una amenaza existencial para todos. Ojalá supiéramos quién es.