Libertad limitada
Los lectores escriben sobre la falta de accesibilidad de las tiendas para las personas en silla de ruedas, la situación de los empleados de banca, el mandato a someterse a la “operación biquini”, la inteligencia artificial y sobre la falta de acuerdo entre Podemos y Sumar
Me siento potente, independiente: ahora tengo una silla de ruedas eléctrica y he aprendido a manejarla. Ahora puedo salir a la calle y hacer mis propios recados. Puedo moverme libremente. Para mí, la silla de ruedas es sinónimo de libertad. El sábado santo hacía un tiempo buenísimo en Madrid. En mi barrio de pirámide demográfica invertida sólo quedamos los que vamos en silla de ruedas. Me fijo que soy la única que voy en una eléctrica, los demás van empujados. ¡Viva la independencia! Voy a devolver el router viejo a la tienda de Movistar. Pero claro, la tienda, como la enorme mayoría de...
Me siento potente, independiente: ahora tengo una silla de ruedas eléctrica y he aprendido a manejarla. Ahora puedo salir a la calle y hacer mis propios recados. Puedo moverme libremente. Para mí, la silla de ruedas es sinónimo de libertad. El sábado santo hacía un tiempo buenísimo en Madrid. En mi barrio de pirámide demográfica invertida sólo quedamos los que vamos en silla de ruedas. Me fijo que soy la única que voy en una eléctrica, los demás van empujados. ¡Viva la independencia! Voy a devolver el router viejo a la tienda de Movistar. Pero claro, la tienda, como la enorme mayoría de las tiendas y locales comerciales de Madrid, no permite el acceso en silla de ruedas: está protegida por un majestuoso escalón. Ni Movistar, la reina de la comunicación, tiene tiendas accesibles. Ahí acaba la libertad: puedo salir de mi casa, circular por las aceras que no están en obras, pero no puedo entrar en casi ningún sitio.
Sonsoles Ruedas Martín. Madrid
Falsos culpables
Cuesta encontrar artículo o pieza de opinión defendiendo a empleados de banca. Sin embargo, los empleados sufrimos agresiones, es imposible dar un servicio adecuado con la presión comercial a la que estamos sometidos, todo pasa por la venta de tal o cual producto y si no lo haces, tus horas como empleado están contadas. Con el cierre de oficinas y despido de empleados las cargas de trabajo se han multiplicado y ya no podemos más. Piénsenlo, díganlo, los trabajadores no somos los culpables.
Pierre Benavent Saavedra. Getafe (Madrid)
Quererse a uno mismo
Se acerca el verano, el calor y la ropa corta que deja ver nuestro cuerpo y, con ello, la tan conocida “operación biquini”. La presión que se siente por encajar en un cuerpo aceptado dentro del canon estético se centra mucho más en las mujeres. Las comparaciones son odiosas dicen, pero ¿quién no se compara en la era de las redes sociales y de los cuerpos perfectos? Es un grave error pensar que eso es real y, más aún, no querer mostrar nuestro cuerpo si no nos parecemos a ellas. Me pregunto por qué nos es tan difícil dejar atrás todos estos estereotipos estéticos y ser felices con el cuerpo que tenemos, al fin y al cabo, cada persona es única y bella a su manera. Dejemos de compararnos y vivamos a gusto con nosotros mismos.
Marta Afán Robelló. Vilassar de Mar (Barcelona)
Miedo y fascinación
Cada vez que leo una noticia sobre inteligencia artificial me entra un escalofrío que me recorre todo el cuerpo y me llena de contradicciones: por un lado, me asusta y por otro me fascina. Entiendo que en la historia ya ha pasado varias veces con otras revoluciones tecnológicas pero la velocidad exponencial a la que crece la IA da mucho vértigo. Algunos expertos han pedido frenar su investigación hasta que haya medidas legales acorde a ello y se conozca más, Italia incluso ha prohibido el uso de ChatGPT. Vivimos tiempos fascinantes, eso está claro.
Joan López Santos. Madrid
Izquierda española
¿Sumamos o nos despellejamos? Nos despellejamos. Triste realidad de la izquierda española.
José Luis Cañedo Marlasca. Madrid