Eutanasia pasiva
Los lectores escriben sobre el edadismo, el drama de los refugiados, los estereotipos de género en la moda y el 8-M
Tengo 78 años. Sé que se ha aprobado una ley de eutanasia. Supuestamente ahorrará sufrimientos. Todavía no lo sé. Me falta experiencia. Pero sí conozco y desapruebo totalmente la eutanasia pasiva que, sin debate alguno en el Congreso, se ha implantado y se ejecuta cada día con los viejos. Eutanasia pasiva es que tengamos que pedir cita previa para todo. Eutanasia pasiva es que intentemos pedir esa cita previa por teléfono y nos con...
Tengo 78 años. Sé que se ha aprobado una ley de eutanasia. Supuestamente ahorrará sufrimientos. Todavía no lo sé. Me falta experiencia. Pero sí conozco y desapruebo totalmente la eutanasia pasiva que, sin debate alguno en el Congreso, se ha implantado y se ejecuta cada día con los viejos. Eutanasia pasiva es que tengamos que pedir cita previa para todo. Eutanasia pasiva es que intentemos pedir esa cita previa por teléfono y nos conteste una máquina. Eutanasia pasiva es que te atropellen hablando como metralletas o empujando en las cajas de los supermercados sin darte tiempo a meter los productos en las bolsas. Eutanasia pasiva es que te recomienden que acudas a un hijo o nieto para que haga por ti lo que no entiendas o no seas capaz de hacer. Eutanasia pasiva es que te perdonen la vida por “pobre viejo” si te rebelas a esclavitudes absurdas, etc. Eso ocurre todos los días. Y una se pregunta: ¿Dónde he estado yo los 78 años de mi vida en que todo esto no ocurría? ¿Es esta mi civilización, mi cultura? Pues… No me gusta nada. Así que ya estoy preparada para que me apliquen la eutanasia activa legal para volar a sitios mejores, lejos de este mundo absurdo.
Asunción Manresa Mira. Madrid
Invisibles
Por favor, lean el reportaje Diario de una mujer colombiana que perdió su bebé buscando refugio en España, de María Martín (EL PAÍS, 8 de marzo). Estremece, acongoja. Es un tópico, pero podrías ser tú o podría ser yo. Nada nos diferencia como seres humanos. Vivimos un mundo de prisas, de exigencias, de metas, por qué no, también de individualismo y de codicia. De vez en cuando, detengámonos, reflexionemos, miremos por el retrovisor. Intentemos no dejar a nadie atrás, a un ser humano que podría ser nosotros mismos.
Borja Ibáñez Cárcamo. Logroño
¿Qué más da en qué estantería esté?
Las tiendas de ropa y sus secciones “hombre” y “mujer” de verdad siguen teniendo el poder de decidir lo que uno puede o debe vestir en el siglo XXI? Por mi trabajo, llevo años escuchando a padres decirles a sus hijos qué sudadera pueden o no comprar ―”es de chica, cariño”―, cuando se sabe que el género es algo más que un hombre y una mujer. ¿Qué más da la prenda? Seguimos estancados en las etiquetas de género. Que un hombre lleve falda no significa que no sea masculino. La masculinidad no la define la ropa y la moda “genderless” (sin género) está viniendo para romper las normas. Si los grandes diseñadores lo hacen, ¿porqué nosotros seguimos mirando de reojo a quién viste diferente? ¿Tanto nos asombra ver a un chico con gabardina? Dejémonos de moldes, de limitaciones y llamemos a la personalidad. Necesitamos mentes más abiertas.
Mariona Martínez. Terrassa (Barcelona)
8-M
“Que estupidez” o “Es innecesario” son algunos de los comentarios que he escuchado a propósito del 8-M. Honestamente, espero que un día sea cierto y que no necesitemos una fecha para manifestarnos. Pero, mientras la igualdad no sea una realidad, es el día idóneo para que reflexionemos sobre la sociedad que estamos construyendo. Una sociedad en la que nosotras no podemos salir a la calle tranquilas, en la que no podemos vestirnos de una determinada manera ya que “vamos provocando”. Es bastante decepcionante que al día de hoy siga ocurriendo todo esto.
Miriam Duarte García. Granada