Joyce Carol Oates: cómo sobrevivir a la maldición de las ‘mujereadas’

Existe una escritora que ni es joven ni comedida y, aunque es ducha en meterse en jardines, siempre consigue pasarse la partida

Joyce Carol Oates, en una imagen de 2003.Jean-Christian Bourcart (Getty Images)

Lo llaman “el ciclo” y dura seis meses. Ese es el tiempo máximo que una mujer será adorada en Twitter. ¿Después? La que antes tanto gustaba, ahora dirán que “está sobrevalorada”. Del “menuda reina” se pasará al “esta tía ya cansa”. Esta (acertada) maldición que asola a las que participan activamente en la conversación digital la tipificó la escritora Caitlin Moran en Más que una mujer (Anagrama, 2022) y ...

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Lo llaman “el ciclo” y dura seis meses. Ese es el tiempo máximo que una mujer será adorada en Twitter. ¿Después? La que antes tanto gustaba, ahora dirán que “está sobrevalorada”. Del “menuda reina” se pasará al “esta tía ya cansa”. Esta (acertada) maldición que asola a las que participan activamente en la conversación digital la tipificó la escritora Caitlin Moran en Más que una mujer (Anagrama, 2022) y la confirmó cuando la entrevisté: “Parece que solo podamos tener una mujer a la que amemos muchísimo durante ese periodo de tiempo. Ahí será perfecta, la mejor. De repente, habrá que buscar a una nueva. Y a otra. No permitimos a las mujeres cometer errores ni cambiar de idea. Las mujeres o son perfectas o están jodidas”, denunció.

La regla de los seis meses no es solo producto de la cabeza de la británica. La crítica cultural canadiense Rayne Fisher-Quann también ha puesto nombre a ese preciso momento en el que todo el mundo se pone de acuerdo para odiar a una mujer de la noche a la mañana: en inglés se dice “Woman’d”; en castellano, se traduce como ser “mujereada”. Esa es la acción que define al cada vez más frenético ciclo de aceptación, ensalzamiento y rechazo para las mujeres con exposición digital. Fisher-Quann dice que lo que está pasando con la escritora Ottessa Moshfegh en Twitter (caer mal) ya pasó con la actriz Anne Hathaway y con Britney Spears en el pasado. Porque “mujereada” no tiene nada que ver con ser criticada o rechazada, un ejercicio útil a la par que urgente en la llamada al progreso social en 2023. Lo problemático de esto es someter a las mujeres a un baremo de pureza bajo el perverso binarismo de putas o vírgenes, ángeles o diablas. Mujeres sin posibilidad de instalarse en una escala de grises. Una problemática fantasía aspiracional cuya esperanza siempre muta y se proyecta sobre esa cara nueva de la que todavía nadie sabe nada.

Frente a este deprimente escenario misógino que invita al “calladita estás más guapa”, existe una mujer desde los inicios de Twitter que ni es joven ni comedida y, aunque es ducha en meterse en jardines, siempre consigue pasarse la partida. Se trata de la escritora Joyce Carol Oates, leyenda viva de la literatura, nominada cinco veces al Pulitzer… y un sublime caos tuitero. A sus 84, y en los 13 años gloriosos que lleva activa en el portal, Oates ha sido capaz —entre fotos horripilantes, la marciana virtud de asumir errores y bromas malentendidas que involucran a dinosaurios y Steven Spielberg— de despertar todas las emociones intensas de internet. La autora se hace viral desde la hilaridad hasta la indignación, con la increíble capacidad de ofender a los que la celebran en un camino cíclico de ida y vuelta.

Sirva como ejemplo la genial respuesta que ofreció estos días a un tuitero que puso en duda su feminismo por haber tuiteado activamente contra personalidades tránsfobas y ser defensora de “mujeres trans con penes que no deberían estar desnudas en los vestuarios con mujeres reales”: “¿Es esto un problema serio? ¿De verdad? De parte de las ‘mujeres reales’: ninguna en particular quiere estar desnuda en un vestuario con extraños o con quien sea en cualquier lugar o en cualquier momento, desnuda o no. No puedo creer que este sea un problema de buena fe”. Como resumió un tuitero: “Joyce Carol Oates demuestra que el cinismo y la misantropía pueden llevarte al humanismo radical y las ideas progresistas, incluso cuando el mundo cambia rápidamente a tu alrededor”. Ella es nuestra chica del póster. La superviviente a la maldición de las ‘mujereadas’.

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