Rehenes de las ocurrencias de Ayuso
Puede que la actitud de confrontación de la presidenta de la Comunidad de Madrid con el Gobierno explique la primacía del PP en las encuestas, pero es miope y desleal.
Cuando pensábamos que la crispación política y el filibusterismo intergubernamental entre Gobierno y Comunidades Autónomas había llegado a la cima durante la pandemia, apareció otra vez la Ayuso tuitera para imponer un clima de polarización máxima. Esta vez lo ha hecho a cuenta del Real Decreto que contiene el plan de ahorro energético en línea con todos los países europeos. Como saben, la presidenta de la Comisión europea, Ursula von der Leyen —que pertenece a la familia comunitaria...
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Cuando pensábamos que la crispación política y el filibusterismo intergubernamental entre Gobierno y Comunidades Autónomas había llegado a la cima durante la pandemia, apareció otra vez la Ayuso tuitera para imponer un clima de polarización máxima. Esta vez lo ha hecho a cuenta del Real Decreto que contiene el plan de ahorro energético en línea con todos los países europeos. Como saben, la presidenta de la Comisión europea, Ursula von der Leyen —que pertenece a la familia comunitaria de los populares— ha denunciado la utilización que hace Putin del gas como arma de guerra y ha apelado a la unidad de los Estados miembros para asegurar su suministro el próximo otoño. La situación es de extrema gravedad: en el continente europeo hay una guerra, pero, al parecer, lo importante es que Madrid no se apague.
Esa fue la ocurrencia de la presidenta de la Comunidad de Madrid para rebelarse contra la normativa del Gobierno, lanzada como un eslogan que acabaría por priorizar el régimen de liderazgo de partido sobre el de la representación territorial en las regiones gobernadas por el PP. Aunque el País Vasco manifestó su descontento ante la falta de diálogo, el sesgo ideológico en esa beligerante alineación partidista es nítido. También lo es el paralelismo con la pandemia. De nuevo, en una situación de extrema delicadeza, cuando Gobierno y Comunidades Autónomas deberían llevar puesta la misma camiseta, aparece el politiqueo, la salida cortoplacista. Ahora, como entonces, cada decisión del Gobierno es discutida de forma incendiaria, impugnada ante los tribunales o, en algunos casos, incluso se llama a su incumplimiento.
Lo inexplicable es que el Gobierno haya ofrecido ese caramelo a la oposición. Una de las lecciones de la covid fue la necesidad de activar la cogobernanza. Las Comunidades Autónomas exigieron un procedimiento basado primero en la coordinación y después en la comunicación y no al revés, como ahora pretende el Ejecutivo. En ese momento, el profesor Francisco Velasco Caballero escribió en EL PAÍS que la ausencia de mecanismos de cooperación intergubernamental en el Real Decreto del primer estado de alarma contribuyó a estimular los comportamientos insolidarios. Era ante todo responsabilidad del Gobierno engrasar los mecanismos de cooperación y desarrollar una metodología de toma de decisiones mucho más consensual. Algunos quieren llamar a esto “mejorar la comunicación”, pero se trata más bien de hacer política: crear un marco de consenso en lugar de impulsar un Real Decreto de forma unilateral o ser más enfáticos con la consulta, hacerla más política, menos administrativa. Como entonces pasó con la covid -y señaló también Velasco Caballero- la guerra no elimina la división del poder territorial recogido en la Constitución. Y algún partido está deseoso de aprovechar estas controversias para poner en jaque el Estado de las autonomías. El problema no es solo que estas tensiones sean presa de caza para que la ultraderecha deslegitime el Estado de las autonomías, sino que se traslade a la opinión pública la percepción de disfuncionalidad sobre el mismo.
El otro problema lo tiene el Partido Popular rehén de un liderazgo, el de Ayuso, al que no se le contesta ni desde la supuesta auctoritas de Feijóo. Esa alineación partidista que hemos visto contra un Decreto (que parece que ni el propio Feijóo ha leído) no ocurrió cuando, antes de la aprobación del mismo, el líder del PP pidió al Gobierno medidas de ahorro energético muy similares a las que contiene la norma. ¿Dónde estaban los barones populares entonces para secundar la propuesta de su líder? Y ahora que amenazan con saltarse las norma o con erosionar el Estado de las Autonomías, ¿dónde está Feijóo para poner orden? Puede que esta actitud de confrontación con el Gobierno explique la primacía del PP en las encuestas, pero es miope y desleal. Y muestra, una vez más, que tampoco con una guerra nuestro país es capaz de elevar un par de escalones el listón.