Promesas incumplidas
Los lectores escriben sobre los acuerdos a los que llegamos con nosotros mismos y que no cumplimos, la dinámica que atrapa a los jóvenes, las dificultades de la educación pública y los artistas que actúan en el transporte público
Con seis años me operaron para quitar las amígdalas; usaron gas trileme y desperté en mitad de la operación viendo la luz frontal del monstruo verde con gran sensación de ahogo. Más tarde, con nueve años, estando en el antequirófano en espera de que me quitaran una verruga de la espalda, una operación menor, me sentía temeroso, horrorizado y desamparado. Le hice la promesa a Dios, yo era monaguillo, de que si todo salía bien sería bueno y cumpliría todos los preceptos doctrinales el resto de mis días: esta fue mi primera promesa incumplida. Cuando mucho más adelante me ...
Con seis años me operaron para quitar las amígdalas; usaron gas trileme y desperté en mitad de la operación viendo la luz frontal del monstruo verde con gran sensación de ahogo. Más tarde, con nueve años, estando en el antequirófano en espera de que me quitaran una verruga de la espalda, una operación menor, me sentía temeroso, horrorizado y desamparado. Le hice la promesa a Dios, yo era monaguillo, de que si todo salía bien sería bueno y cumpliría todos los preceptos doctrinales el resto de mis días: esta fue mi primera promesa incumplida. Cuando mucho más adelante me situaba en la curación de un cáncer de garganta, todos los problemas que ocurrían alrededor habían tomado un nivel cercano a cero. Con la curación me hice la promesa de no prestar importancia a cosas que realmente no la tienen y no preocuparme de problemas nimios; a día de hoy otra promesa incumplida. Con lo cual he tomado la determinación de no hacerme promesas hasta que lleguen tiempos peores.
Jose Ramon Iribar Argote. Donostia
La incertidumbre de los jóvenes
Se espera mucho de los adolescentes, pero los adolescentes solo esperan poder decir que se sienten felices. Cada nueva generación tiende a tener más oportunidades que la anterior, pero se hace abrumador escoger entre tanta variedad. Miedo de perder en este juego llamado vida, miedo de decepcionar a las personas que creyeron en ti. Una de las preocupaciones más presentes entre ellos es la de nunca ser suficientes, van en busca de las gratificaciones instantáneas porque no se ven capaces de aspirar a más. En vez de salir a comerse el mundo, deciden tragarse sus ambiciones porque saben que lo que les apasiona no les va a dar de comer. Y cuando se deja de soñar es cuando uno empieza a conformarse. Pero poco más puedes pedirle a alguien que no siente que vive y solo quiere ser feliz.
Andrés Liu Li. Palma de Mallorca
Menos alumnos en primaria
Leo en EL PAÍS que el descenso de la natalidad impacta de lleno en la educación primaria. Hay un segundo factor que explica la pérdida de alumnado en la pública: las ratios elevadas que presentan los centros concertados antes del curso y la supresión de las reservas destinadas a los alumnos con necesidades de apoyo sobrevenidos durante el curso. Todo ello tiene efectos negativos: la concentración del 85% de este alumnado en la educación pública, el efecto huida de “los payos” y las supresiones. A eso hay que añadir la opacidad de la escolarización y la falta de construcciones públicas en los nuevos asentamientos.
Pablo Toledo Arias. Madrid
Viaje amenizado
La monotonía del mismo recorrido todos los sábados hace bostezar e incluso permitirse la licencia de una pequeña cabezadita a más de uno por muy hidratado de café que creas estar, hasta que alguien irrumpe en el vagón portando un enorme acordeón para ofrecernos por un par de monedas un magnífico concierto con asientos de primera, no todos disfrutan, muchos siguen enfrascados en sus móviles o pensamientos, pero qué bueno sería que estuviéramos un poco agradecidos a ese arte urbano improvisado que nos impulsa a empezar la jornada con otro color.
Carmen Mellado Martín-Cleto. Toledo