Para qué sirve el talento en política
La marcha de Luis Garicano nos recuerda lo importante que es que gente como él participe en la vida pública
Las democracias occidentales tienen un problema de personal, ha escrito Janan Ganesh. El problema, a su juicio, está más en la oferta que en la demanda. Por supuesto, tendemos a idealizar las figuras del pasado. Y la valoración cambia: hace unos meses el legado de Angela Merkel resultaba más positivo que ahora. Pero el problema parece claro y extendido. Entre las razones que señala Ganesh están los motivos económicos —carre...
Las democracias occidentales tienen un problema de personal, ha escrito Janan Ganesh. El problema, a su juicio, está más en la oferta que en la demanda. Por supuesto, tendemos a idealizar las figuras del pasado. Y la valoración cambia: hace unos meses el legado de Angela Merkel resultaba más positivo que ahora. Pero el problema parece claro y extendido. Entre las razones que señala Ganesh están los motivos económicos —carreras en las finanzas y el derecho ofrecen mejores recompensas— y la exposición pública, con un tremendo desgaste personal. Reprochamos a los políticos que sean narcisistas: como si tuvieran muchas más alegrías que sacar de su esfuerzo. Una consecuencia es autodestructiva: el capitalismo democrático ofrece carreras prósperas frente a las que la política parece una pérdida de tiempo. Eso debilita las leyes y las instituciones y socava el crecimiento económico. Los factores individuales se entrelazan con los estructurales; hay diferencias entre países. En España muchos políticos vienen de las juventudes de los partidos; en otros momentos habían destacado en otras actividades profesionales. Así, tenemos a gestores sectarios —más dogmáticos que sus votantes— cuya principal área de conocimiento es saber moverse dentro de una estructura. Si Adriana Lastra, que ha dejado esta semana su cargo como vicesecretaria general del PSOE por motivos personales, representaba ese modelo, como podría haberlo hecho Pablo Casado, una de las excepciones más llamativas es el caso del economista Luis Garicano, eurodiputado de Ciudadanos y Renew Europe que ha anunciado que abandona la política y vuelve a la docencia. Garicano encarnaba el impulso reformista en su versión institucionalista: participó en el pacto del abrazo entre el PSOE y Cs y diseñó los programas económicos de la formación liberal. Su visión técnica podía resultar algo ingenua en el barrizal político: como si las políticas dependieran de sus efectos y no de quién las propusiera. El Parlamento Europeo era un buen sitio para él y ha tenido actuaciones valiosas: impulsó programas de ayuda económica tras la pandemia, reivindicó que la UE donara vacunas a otras partes del mundo y ha denunciado la dependencia del gas ruso. Ha diseñado soluciones y ha sabido negociarlas. Ha representado como pocos la vocación de servicio y su marcha nos recuerda lo importante que es que gente como él participe en política. @gascondaniel