Vox y la afinidad de género en campaña electoral

La estrategia de Olona para atraer el voto femenino es una simple fotocopia de la que siguen algunos partidos de extrema derecha en Europa y supone una auténtica estafa para las mujeres

Macarena Olona, el día 4 en un mitin de Vox en Córdoba.Rafael Madero (Europa Press)

La presencia de mujeres es todavía escasa en las posiciones de poder más expuestas al escrutinio de la ciudadanía, tales como la presidencia de partidos políticos, gobiernos autonómicos o la candidatura en elecciones generales. Sin embargo, en las próximas elecciones autonómicas la mitad de las aspirantes de los partidos con opciones a tener representación en el Parlamento andaluz son mujeres. De entre ellas, voy a hablar de ...

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La presencia de mujeres es todavía escasa en las posiciones de poder más expuestas al escrutinio de la ciudadanía, tales como la presidencia de partidos políticos, gobiernos autonómicos o la candidatura en elecciones generales. Sin embargo, en las próximas elecciones autonómicas la mitad de las aspirantes de los partidos con opciones a tener representación en el Parlamento andaluz son mujeres. De entre ellas, voy a hablar de la candidata Macarena Olona, quien, siguiendo la estela de figuras como Marine Le Pen en Francia o Giorgia Meloni en Italia, hace campaña agitando la bandera de su liderazgo femenino.

Es sabido que en Europa las mujeres tienden a votar en menor medida que los hombres a los partidos de extrema derecha. Es por ello que las candidatas de estos partidos buscan estrategias para ampliar sus apoyos entre el electorado femenino. Algunas de estas tácticas han dado sus frutos en el contexto de las últimas elecciones presidenciales francesas, donde vimos cómo (por primera vez) la brecha de género en el apoyo electoral a Le Pen parecía desvanecerse.

¿Cuál es la estrategia que la extrema derecha utiliza para recabar votos entre el electorado femenino? La más conocida, a la Le Pen, consiste en defender su rechazo a la inmigración utilizando el argumento de la defensa de los derechos de las mujeres como excusa. Pero hay una segunda aún más torticera y de la que hablamos menos: la afinidad de género, haciendo especial hincapié en las mujeres jóvenes, entre quienes el discurso puede calar en mayor medida dado que sus inclinaciones partidistas están aún por definirse.

La afinidad de género sugiere que las mujeres prefieren a candidatas porque tienen mayor capacidad de conectar con sus necesidades y demandas, a menudo ligadas a las experiencias que las mujeres tienen en el día a día, tales como la maternidad, la conciliación o la discriminación en su trabajo. No es casual que Olona interpele a las mujeres jóvenes en sus declaraciones, entrevistas y mítines de forma especialmente vehemente, incidiendo en su papel fundamental en la sociedad como madres de familia. Olona, además, se presenta como la abanderada de los “verdaderos” intereses de las mujeres, aquellos conectados con la maternidad y/o la conciliación. En sus mítines e intervenciones parlamentarias rezuma el tono melodramático con el que, aludiendo a su experiencia personal como mujer de éxito profesional, relata sus angustias y sufrimientos ante la decisión de ser madre cuando el reloj biológico la apremió. Pura estrategia de activación de la afinidad de género.

Sin embargo, más allá de la promesa de adoptar una perspectiva “de familia” en las políticas públicas y fomentar la natalidad, Olona nunca especifica qué medidas propone el programa del partido del que es candidata para que las mujeres no se vean “obligadas socialmente” a luchar contra su reloj biológico. O para que puedan decidir libremente tener hijos sin que su carrera laboral quede penalizada.

El discurso de Olona es una auténtica estafa para las mujeres. No sólo porque no haya propuestas específicas para que la elección de la maternidad resulte más justa para todas las mujeres, sino también porque su partido rechaza radicalmente las medidas para luchar contra la desigualdad de género, entre las que se cuentan precisamente las políticas de conciliación, los servicios de atención a los niños de entre 0 y 3 años o los permisos obligatorios de paternidad, por poner algunos ejemplos. Estas políticas se han desarrollado en mayor medida en los países que figuran a la cabeza en igualdad de género de acuerdo con indicadores contrastados en Europa, como los países escandinavos. Si hoy la equidad de género es menor en muchos países europeos es precisamente porque la voluntad política y los recursos dedicados al desarrollo de ese tipo de medidas han sido vergonzosamente escasos.

La estrategia de Olona no es ni más ni menos que una fotocopia de la que están siguiendo algunos partidos de extrema derecha en Europa para ampliar su base electoral. Durante años, la lucha contra las desigualdades de género en nuestras sociedades ha sido una aspiración en la que la mayoría de los partidos que competían en unas elecciones estaban más o menos de acuerdo, al menos formalmente. Por supuesto, variaban las medidas que se proponían para conseguir disminuir dichas desigualdades. La extrema derecha no ha tenido escrúpulos en convertir la igualdad de género en una cuestión divisiva y altamente politizada.

Recordemos que Vox niega la existencia de violencia de género, una de las lacras sociales más lamentables, que se cobra cada año como víctimas un número de mujeres mayor que la delincuencia, el terrorismo o el cáncer. Y, lo que es aún más dramático, sus cifras muestran solo la punta del iceberg. Más allá de la afinidad de género que Olona trata de activar y del tono melodramático con el que pretende conectar con las mujeres jóvenes, estas no deberían olvidar nunca que Olona representa al partido que niega la existencia de la violencia de género.

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