No me juzguen por mi apellido sino por lo que digo
Lilith Verstrynge, dirigente de Podemos, ha sido tendencia y objeto de polémica esta semana por sus críticas al “mito de la meritocracia”
Lilith Verstrynge ha sido tendencia en Twitter esta semana. La secretaria de Organización de Podemos criticó en la pasada fiesta de la primavera de la formación morada el “mito de la meritocracia” y se desató una tormenta. Sostuvo que “el mito de la meritocracia convierte los problemas colectivos en culpas individuales; si te va mal es porque no te esfuerzas, pero lo que no te cuentan es que lo que importa no es tu esfuerzo sino muy probablemente y en la mayoría de las ocasiones, tu código postal, tu entor...
Lilith Verstrynge ha sido tendencia en Twitter esta semana. La secretaria de Organización de Podemos criticó en la pasada fiesta de la primavera de la formación morada el “mito de la meritocracia” y se desató una tormenta. Sostuvo que “el mito de la meritocracia convierte los problemas colectivos en culpas individuales; si te va mal es porque no te esfuerzas, pero lo que no te cuentan es que lo que importa no es tu esfuerzo sino muy probablemente y en la mayoría de las ocasiones, tu código postal, tu entorno y tu capital cultural”. No es la primera vez que se dice, ni mucho menos. Ella misma cita al escritor británico de izquierdas Owen Jones, que estaba su lado. Hace dos años se publicó en español el libro referencial La tiranía del mérito, del estadounidense Michael J. Sandel, premio Princesa de Asturias. Es un debate de fondo muy interesante que suele enfrentar diferentes visiones sobre el ascensor social, que está roto, para la política de 29 años, y que funciona muy bien para otros tuiteros.
En los centenares de mensajes que ha provocado su intervención, algunos discuten sobre el contenido y se aportan y rebaten datos, pero la mayor parte de ellos se centra en la persona que lo ha enunciado, descalificándola como una privilegiada, enchufada, hija de (del que fuera un de los fundadores del PP y de Podemos, Jorge Verstrynge), cuando no se emplean invectivas machistas y sexistas, que son muchas.
El economista vasco de Podemos Julen Bollain se pregunta por qué Lilith tiene toda la razón, antes de apuntar que el 70% de la riqueza en España procede de las herencias y que no es necesario nacer pobre para hablar sobre la cuestión. Le responde la escritora Lucía Etxebarria: “Lilith Verstrynge sabe por experiencia y en sus propias carnes que la meritocracia es un mito. Papá Verstrynge le pagó los estudios en una universidad francesa y de allí salió colocada directamente a filas de Podemos, el partido que fundó papa”. Hay múltiples comentarios que se puede resumir en uno: “Sabes qué pasa, que cuando alguien de tu edad está en política y tiene tu apellido hablar de la falta de meritocracia suena a guasa”. También los que explican su experiencia, con un punto racial: “Tengo 33 años y hace 20 vivía gracias a que mi madre trabajaba 18 horas diarias en dos trabajos para darnos de comer a tres hijos. Hoy día gano mucho más que un salario medio y mi madre ya no tiene que trabajar. La diferencia no está en nacer pobre o rico, está en echarle huevos”.
Políticos de izquierdas salen en Twitter en su defensa, como Gabriel Rufián, de Esquerra Republicana: “Gente haciendo tuits muy enfadada porque Lilith Verstrynge ha dicho que lo de la meritocracia es un mito mientras esperan a que Juan Carlos salga de Zarzuela para jalearle”. O el compañero en el partido morado Pablo Echenique: “No sé por qué criticáis las palabras de Lilith Verstrynge criticando la meritocracia cuando es evidente que todo lo que han conseguido Victoria Federica, Froilán y Luis Medina es por su esfuerzo y absolutamente por nada más. No como los pobres, que son todos unos vagos”. También los hay que no siendo “sospechoso de simpatizar con Podemos”, quieren dejar claro que: “Es cierto que ella viene de una familia que le ha dado renombre y recursos, pero eso no invalida lo que dice. Es más, hasta creo que le honra”.
La política reincide en sus ideas, “aprovechando el TT” (Trending Topic): “El mérito y el esfuerzo en la mayoría de los casos no son garantía siquiera de unas condiciones vitales mínimas”. Y añade en otro mensaje: “Os dejo la intervención por si queréis dejar de debatir sobre mi apellido y empezar a hablar de las cosas importantes”.