Sol y sombra

Este residuo de la fiesta nacional ha sido asumido por una parte de la derecha española con un carácter ideológico militante, desafiante, como una bandera tomada al enemigo

Explanada de la plaza de toros de Las Ventas (Madrid).JuanJo Martín (EFE)

Hubo un tiempo en que los burladeros del callejón de la plaza de toros, durante la feria de San isidro, estaban ocupados por algunos ministros socialistas satisfechos de sí mismos con un puro en la boca y en la maroma de barrera apoyaba sus antebrazos mucha gente de izquierdas que se sentía en Las Ventas como en casa. Aunque la corrida de toros está en plena decadencia y la crueldad que conlleva produce cada día más rechazo ...

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Hubo un tiempo en que los burladeros del callejón de la plaza de toros, durante la feria de San isidro, estaban ocupados por algunos ministros socialistas satisfechos de sí mismos con un puro en la boca y en la maroma de barrera apoyaba sus antebrazos mucha gente de izquierdas que se sentía en Las Ventas como en casa. Aunque la corrida de toros está en plena decadencia y la crueldad que conlleva produce cada día más rechazo civil, lo cierto es que este residuo de la fiesta nacional ha sido asumido por una parte de la derecha española con un carácter ideológico militante, desafiante, como una bandera tomada al enemigo. Hoy ser taurino, ser de izquierdas e ir a los toros en la feria de San Isidro debe de ser un trago muy amargo, puesto que cada corrida se ha convertido en un mitin espontáneo de Vox o del Partido Popular. Poco importa lo que suceda en el ruedo, que sin duda será violencia, sangre, agonía y muerte, todo envuelto en el tedio de costumbre. Lo que cuenta es esa alegría de encontrarse en las gradas y de palmearse mutuamente las costillas, un jolgorio que ha dejado de ser solo taurino para convertirse en una definición política de derechas. Durante la Guerra Civil se celebraban corridas en ambos bandos. En el bando nacional los toreros hacían el paseíllo brazo en alto; en el bando rojo los diestros blandían el puño crispado y los toros, en lugar de lucir el hierro de la ganadería, Miura, Murube, Domecq, exhibían sobre su piel a lo largo del costillar un certificado escrito con cal, que decía: Comité taurino controlado por UGT y CNT. Durante la contienda la línea cruel de sol y sombra que dividía el ruedo ibérico se estaba dilucidado a tiro limpio. Hoy en España hay paz, libertad y democracia, pero ser de izquierdas, ser taurino y asistir a una corrida por San Isidro en Las Ventas es como para que te den una medalla al valor individual.

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