Johnson pierde pero los laboristas aún no ganan

Las municipales británicas permiten sacar pocas conclusiones nacionales: parece inevitable que se siga debilitando el Gobierno conservador, y al mismo tiempo la oposición no termina de recibir un impulso contundente

El primer ministro británico, Boris Johnson, llega a votar a un colegio electoral de Londres el pasado 5 de mayo.ANDY RAIN (EFE)

El jueves se celebraron unas importantes elecciones locales en el Reino Unido, en las que se sometieron a votación alrededor de uno de cada tres escaños de los gobiernos locales de Gran Bretaña (Inglaterra, Escocia y Gales). También se celebraron unas importantes ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

El jueves se celebraron unas importantes elecciones locales en el Reino Unido, en las que se sometieron a votación alrededor de uno de cada tres escaños de los gobiernos locales de Gran Bretaña (Inglaterra, Escocia y Gales). También se celebraron unas importantes elecciones a la Asamblea de Irlanda del Norte.

Incluso para quienes siguen de cerca la política británica, las elecciones locales pueden ser difíciles de descifrar. Esto refleja la complicada estructura del gobierno local en el Reino Unido (especialmente en Inglaterra) y el ciclo desigual que siguen las convocatorias. Muchos lugares de Inglaterra, por ejemplo, eligen a un tercio de sus concejales cada año, mientras que otros eligen a la mitad o a todos sus concejales en intervalos más largos. Escocia, Gales y Londres eligen a todos los representantes de sus gobiernos locales cada cuatro o cinco años (incluido este año). Siempre hay un complejo mosaico de convocatorias que puede ser difícil de entender en su conjunto.

Para las próximas elecciones generales, lo que realmente importa no es el recuento de concejales, sino la posición relativa de los dos principales partidos (los conservadores en el Gobierno y el principal partido de la oposición, los laboristas) en comparación con la última vez que se presentaron estas mismas zonas a las elecciones, que fue en 2018. En ese momento, la entonces primera ministra conservadora Theresa May estaba en horas bajas durante las negociaciones del Brexit. El líder laborista de entonces, Jeremy Corbyn, estaba en su mejor momento antes de los desastrosos resultados en las elecciones generales de 2019.

Podemos comparar el rendimiento de los partidos utilizando lo que se denomina “cuota nacional proyectada”, una estimación de los votos de cada partido si estas elecciones se hubieran celebrado a nivel nacional en unas elecciones generales. En 2018, los laboristas y los conservadores estaban empatados en esta medida con un 35% cada uno. Esto significa que cualquier ganancia neta de los laboristas sobre los conservadores en estas elecciones sugiere una ventaja para el partido a nivel nacional.

Y esto parece ser exactamente lo que ha ocurrido, al menos en Inglaterra (el recuento en Gales y Escocia no comenzó hasta el viernes). En el momento de escribir este artículo, los laboristas parecen dirigirse a una ventaja que supera por un punto escaso a los conservadores en la proyección de la cuota nacional, lo que sería su primera ventaja en esta medida desde 2016, antes del referéndum del Brexit. Esto estaría perfectamente en línea con lo que las encuestas nacionales han estado indicando durante los últimos seis meses, con los laboristas liderando por entre cuatro y seis puntos.

Hay algunos elementos importantes a tener en cuenta. En primer lugar, la participación es siempre mucho menor en las elecciones locales que en las generales, por lo que es difícil hacer una proyección a futuro basándose en estos resultados. Segundo, los gobiernos casi siempre pierden escaños en estas contiendas, por lo que unas pérdidas conservadoras no significan automáticamente una pérdida inminente en las próximas elecciones generales. Finalmente, las cuestiones locales desdibujan el panorama, lo que hace difícil saber si son las cuestiones políticas nacionales, como el liderazgo del primer ministro Boris Johnson, o, por ejemplo, los servicios locales de recogida de basura, las que impulsan las elecciones de los votantes.

¿Qué significa esto para los dos principales partidos de cara a las próximas elecciones generales, previstas para 2024?

Para los conservadores, los resultados no aliviarán la presión actual sobre el Gobierno. Igualmente, no representan el rechazo total a los conservadores en todo el Reino Unido (quizás con la excepción de Londres) que muchos de los oponentes de Johnson esperaban. Estas elecciones se celebran después de un período muy complicado para el Gobierno, con Johnson habiendo sido multado por infringir sus propias restricciones sobre la pandemia, con crecientes críticas sobre la limitada respuesta de su Gobierno a las presiones del coste de la vida, y con varios escándalos recientes que implican a diputados conservadores, incluido uno que dimitió después de admitir haber visto pornografía en su teléfono mientras estaba sentado en la Cámara principal del Parlamento británico.

En el horizonte se vislumbran más problemas, ya que en las próximas semanas se celebrarán elecciones parciales para sustituir a dos diputados conservadores que han dimitido recientemente, y se espera que los conservadores pierdan ambas elecciones. También es probable que la policía imponga más multas a funcionarios del Gobierno, y previsiblemente también a políticos conservadores, por incumplir las normas sobre la pandemia. También se están llevando a cabo otras investigaciones sobre las llamadas lockdown parties (fiestas en el confinamiento) que podrían revelar más detalles perjudiciales.

Así que, aunque estos resultados podrían haber sido peores para los conservadores, dado el contexto más amplio, no servirán de mucho para frenar el impulso que se está creando contra Johnson. Parece inevitable que en las próximas semanas y meses se produzcan nuevos daños en la marca del partido y en las encuestas.

Para los laboristas, aunque los resultados muestran algunos signos de progreso, no han sido el conjunto de elecciones decisivas que el partido ha estado esperando desde que el nuevo líder Keir Starmer asumió el cargo hace poco más de dos años. El partido parece ser ahora menos antipático para muchos votantes que en 2019 bajo el anterior líder Jeremy Corbyn, pero todavía no hay muchas pruebas de que los laboristas estén generando entusiasmo por su programa y ganando votantes de vuelta de los conservadores en masa. Estas elecciones suponen un progreso continuo y constante, pero (dada la enorme distancia que el partido tiene que recuperar en las próximas elecciones generales) no indican que el laborismo esté claramente en el camino hacia el poder. Si los laboristas no ganan una de las próximas elecciones parciales de forma convincente, Starmer se verá sometido a una presión creciente a medida que se acerquen las próximas elecciones generales. Cada vez le queda menos tiempo para demostrar que su fuerza electoral y, por tanto, un potencial primer ministro.

Más información

Archivado En