Cómo distinguir a un terraplanista de un cómico

Si nuestro planeta fuera esférico y rotara, los aviones no podrían volar. Este es el argumento de un vídeo de Tik Tok en el que un joven quiere convencernos de que la Tierra es plana. En su discurso usa como ejemplo aviones que vuelan “de España a Teruel”, pero que no alcanzarán jamás su destino: si viajan en el sentido contrario a la rotación, irán demasiado rápido y pasarán de largo; y si vuelan en el mismo sentido, “nunca llegarán al sitio” porque la Tierra va más deprisa y se escapa.

Que no cunda el pánico: se trata de un vídeo humorístico y paródico, ...

Si nuestro planeta fuera esférico y rotara, los aviones no podrían volar. Este es el argumento de un vídeo de Tik Tok en el que un joven quiere convencernos de que la Tierra es plana. En su discurso usa como ejemplo aviones que vuelan “de España a Teruel”, pero que no alcanzarán jamás su destino: si viajan en el sentido contrario a la rotación, irán demasiado rápido y pasarán de largo; y si vuelan en el mismo sentido, “nunca llegarán al sitio” porque la Tierra va más deprisa y se escapa.

Que no cunda el pánico: se trata de un vídeo humorístico y paródico, obra del gaditano @cristiandelatierra. En Twitter se ha recibido entre aplausos y carcajadas, pero más de uno se lo ha tomado en serio y lo ha puesto como ejemplo de lo mal que estamos, con comentarios como “amigos, terminen sus estudios” o “y que esta gente tenga derecho al voto”.

Si alguien tiene dudas, puede entrar en su cuenta y ver que está llena de vídeos cómicos, incluidos unos cuantos con muy buen material sobre las teorías de la conspiración. Por ejemplo, en otro de ellos explica que es mentira que haya un agujero en la capa ozono porque si no, se habría escapado todo el oxígeno. Para confirmarlo, propone un experimento que “podéis repetir en casa”: respirar.

Aun así, tampoco deberíamos caer en el error de reírnos de quienes se han tomado en serio a este cómico. Muchas de las respuestas al tuit que popularizó el vídeo mencionan la ley de Poe, según la cual es muy difícil distinguir una posición ideológica extrema de su parodia. Esta ley fue acuñada en 2005 por Nathan Poe, durante una discusión sobre creacionismo en un foro. De hecho, el texto original se refiere solo a estas ideas: “Sin un emoticono que guiñe un ojo o alguna otra muestra clara de humor, es completamente imposible parodiar a un creacionista de tal manera que alguien no lo pueda llegar a confundir con uno de verdad”.

Al fin y al cabo, lo que expone Cristian en su vídeo no se diferencia tanto de lo que dicen muchos terraplanistas. Por ejemplo, estos conspiranoicos tienen larguísimas disertaciones acerca de cuáles son las rutas “reales” de los aviones e insisten en que una Tierra esférica es absurda porque eso significaría que en Australia viven bocabajo. No es broma, tienen sus propios memes al respecto y van en serio. Al menos, eso creo.

De hecho, no resulta difícil convertir cualquier teoría de la conspiración en un chiste sin cambiar una sola letra, como la idea de que nos inoculan chips en las vacunas o de que Stanley Kubrick rodó la llegada a la Luna. Pero todo esto no es para reírnos de los terraplanistas (por una vez), sino como recordatorio de que todas las exageraciones están al borde de la autoparodia. Si no sabemos si alguien está de broma (o si alguien cree que nosotros lo estamos) bien puede ser porque el debate se haya desfigurado tanto que estemos perdiendo el contacto con la realidad.

Y eso suele pasar a menudo en política y en redes, entre otros muchos temas y sin necesidad de meternos en conspiraciones. Por ejemplo, hace unos días la diputada de Vox Macarena Olona compartía un vídeo en el que aseguraba que “don Julio Anguita, hoy en día, de quien se sentiría profundamente orgulloso es de Vox”. ¿Estaba hablando en serio o era un sketch de El Intermedio? Otro ejemplo: una empresa despide a 900 empleados por Zoom. ¿Se trataba de una noticia real o de una sátira distópica al estilo de Black Mirror? Como a muchos tuiteros con el falso terraplanista, a mí cada vez me cuesta más distinguir. Aunque, sin duda, preferiría que la mitad de lo que me llega fuera un chiste que no he pillado.