Todos tienen madre

El presentador Roberto Leal provocó esta semana un infrecuente y bellísimo momento de unanimidad

Roberto Leal besa a su madre, Mercedes, al recibir el Premio Ondas al mejor presentador.Massimiliano Minocri

Se llena Twitter cada día de asuntos feos, desagradables. Sin ir más lejos, este viernes fue tendencia Mussolini por culpa de un retuit del PP de Valladolid contra el alcalde de la ciudad, el socialista Óscar Puente. Pero en esa red social donde cada día hay que elegir bando y rival, a veces, también tienen éxito escenas pacíficas, tiernas y reconfortantes. Ocurrió esta misma semana y ocurrió porque Twitter también tiene madre.

El presentador de Pasapalabra, Roberto Leal, acudió a recoger su Premio Ondas del...

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Se llena Twitter cada día de asuntos feos, desagradables. Sin ir más lejos, este viernes fue tendencia Mussolini por culpa de un retuit del PP de Valladolid contra el alcalde de la ciudad, el socialista Óscar Puente. Pero en esa red social donde cada día hay que elegir bando y rival, a veces, también tienen éxito escenas pacíficas, tiernas y reconfortantes. Ocurrió esta misma semana y ocurrió porque Twitter también tiene madre.

El presentador de Pasapalabra, Roberto Leal, acudió a recoger su Premio Ondas del brazo de una mujer muy simpática y naturalmente orgullosa: la que lo trajo al mundo. Mientras posaban ante los fotógrafos, Twitter ya se ablandó un poquito. Cuando Leal subió al escenario a recoger la estatuilla, se derritió del todo.

Era imposible no sentirse identificado con su discurso —y que tire la primera piedra el que no haya imaginado qué diría al recibir un premio—. El presentador se acordó de sus compañeros, de sus jefes, de sus profesores. De “los que pagan las ausencias” de esos trabajos vocacionales, tan demandantes; de su mujer —a la que conoció trabajando—; de los suegros, que le ayudan a conciliar; y de los que ya no están. “No es pena, pero me da mucho coraje, como decimos en mi tierra, que mi padre no pueda vivir esto. Va a hacer dos años que se fue”. Tras recordar a Pepe Leal, añadió: “Hoy he venido con mi madre. Sé que esto no se puede o no se debe hacer, pero te voy a decir que subas, mamá, porque quiero decirte algo que es muy importante para mi”. Mamá subió. Twitter se alegró de que lo hiciera. “La bondad para mí eres tú. Lo era papá y lo eres tú. Este premio va a ser para ti. Te pido, por favor, que lo pongas en el salón para que pongamos el foco en el premio y no en la foto de la comunión”. Mercedes, que era la cara de la felicidad absoluta, respondió: “Gracias a los que habéis dado el premio a mi hijo porque la verdad es que sin este premio yo no hubiera vivido este momento tan bonito”. Twitter cayó rendido ante Mercedes: más de 10.200 me gusta; 1.807 retuits; casi 1.000 comentarios. La imagen posterior de la desobediencia —Mercedes puso el Ondas en el salón, pero la foto de la comunión se quedó— también fue muy aplaudida.

Lo mejor de los premios, como de las buenas noticias, es compartirlas, sobre todo con aquellos —familia, pareja, amigos— que los celebrarán como si fueran suyos. En origen, las redes sociales iban de eso, de compartir, pero a menudo se utilizan para lo contrario: atacar. Esta sección la ocupan hoy un presentador de televisión y su madre porque provocaron un bellísimo y —quizá por eso— infrecuente momento de unanimidad.

La empatía es un arma poderosa que no utilizamos todo lo que deberíamos, pese a que todo son ventajas. Ayuda a ponerse en el lugar del otro, es decir a conocer y entender mejor el entorno. Obliga a examinarse y hacerse preguntas incómodas, a pisar terrenos por los que no caminaríamos, a experimentar, a trevés de desconocidos, emociones extraordinarias, como la de recibir un premio importante y llenar un escenario de gratitud a los que te quieren.

En esa selva enfurruñada poblada de ofendidos perennes donde cada tuit parece un duelo a vida o muerte, esta semana hubo una tregua, se apartaron los árboles y vimos el bosque. Se olvidó Twitter de la absurda polémica que había alimentado hace unos meses por el acento andaluz de Leal, celebró su alegría al recibir el premio, disfrutó viendo a esa madre en el escenario y derramó una lágrima por Pepe y todos los que ya no están.

Más de esto, por favor. Enhorabuena, Roberto y enhorabuena, Mercedes.

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