Sintomatología de la libertad en Madrid

Los lectores escriben sobre el deterioro de la sanidad pública en Madrid, el tabaquismo, los incentivos para vacunarse contra la covid y la salud mental

Profesionales sanitarios colocan maniquíes con carteles de protesta el pasado mes de marzo en MadridJesús Hellín (Europa Press)

Esta mañana he ido a vacunarme, con cita previa, claro. Al mismo tiempo, tenía que pedir consulta para mi doctora. Casi cien metros antes de llegar al centro de salud ya se divisaban dos colas de gente, de considerable longitud. Este ha sido mi primer atisbo de lo que es la libertad. Luego he tenido que esperar, en la calle, de pie, media hora larga para vacunarme y luego, volver a salir y hacer otra media hora de cola para acceder a la persona que daba las citas para el médico. Eran las normas y mi segunda ocasión de disfrutar de la libertad. Tanto en las dos esperas, como dentro del centro, ...

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Esta mañana he ido a vacunarme, con cita previa, claro. Al mismo tiempo, tenía que pedir consulta para mi doctora. Casi cien metros antes de llegar al centro de salud ya se divisaban dos colas de gente, de considerable longitud. Este ha sido mi primer atisbo de lo que es la libertad. Luego he tenido que esperar, en la calle, de pie, media hora larga para vacunarme y luego, volver a salir y hacer otra media hora de cola para acceder a la persona que daba las citas para el médico. Eran las normas y mi segunda ocasión de disfrutar de la libertad. Tanto en las dos esperas, como dentro del centro, la gente se amontonaba, sin distancia alguna y eran atendidos, en la puerta, por una sola persona. En el lugar habilitado para vacunar solo había dos enfermeras. Era la tercera comprobación, en la mañana, de la libertad de la que gozamos los madrileños. ¡Ah!, al menos en el centro que me corresponde, que nadie se moleste en solicitar cita, ni hacer ninguna otra gestión por teléfono, porque no lo cogen casi nunca. Así que me he vuelto a casa gritando: ¡Viva la libertad!

Ángel Villegas Bravo. Madrid

Felicidades, papá

Papá cumplió la pasada semana 55 años. Una buena edad, diría incluso que es joven todavía. Yo, sin embargo, no puedo evitar estar triste. No sé exactamente desde cuándo, pero se me hace difícil asumir que más pronto que tarde entrará en la vejez. Mi felicitación no fue sincera: me hubiera gustado que tardase un poco más en cumplirlos para tener la certeza de que estará conmigo en todos los momentos importantes por venir. Creo que hoy soy un poco menos inocente y he asumido que el tiempo no espera a nadie. Me hubiese gustado que no cumpliese años ayer, pero la carrera contra el tiempo está perdida y, por eso, me veo en la obligación de aprovechar todos los días con él, sin desperdiciar ninguno, y de seguir pidiéndole, como hago desde niño, que, por favor, deje de fumar.

Pablo Navarro Lázaro. Zaragoza

Indignos alicientes

Parece ser que uno de los medios para conseguir que los hombres se vacunen ha sido ofrecer vales de entrada gratuita en un burdel, como ha ocurrido en Austria. Es suficientemente alarmante que, sin alicientes, la gente se vacune, pero el colmo es que el incentivo sea la cosificación de la mujer. Mucho dejan que desear quienes se han vacunado solo para entrar de forma gratuita al burdel. Son estrategias espeluznantes que deberían hacernos reflexionar.

Mariona Bosch Vanrell. Barcelona

Si lo necesitas, pide ayuda

Poco a poco la salud mental está tomando mayor relevancia. En muchos hogares por fin se puede tratar con normalidad y cada vez son más las personas que se animan a pedir ayuda cuando lo consideran necesario. Se ha avanzado mucho en cuanto a la lucha en contra de los prejuicios que envuelven esta temática, pero todavía queda mucho por hacer. Quienes sufren problemas de salud mental necesitan ser escuchados y no juzgados. No podemos cuestionar mentes que no son las nuestras ni restar importancia a la mochila que cada uno carga a sus espaldas. Por esto mismo, con esta carta animo a todo el mundo a pedir auxilio si lo necesita, a ayudar a aquellos que no se atreven y a no desprestigiar la importancia de la salud mental.

Raquel Martín Montemayor. Hospitalet de Llobregat (Barcelona)

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