A qué huele la dignidad

La propuesta del PP para que Enrique Arnaldo sea magistrado del Constitucional ha provocado en la izquierda un incendio difícil de apagar

El diputado del PSOE Odón Elorza en el Congreso de los Diputados.Mariscal (EFE)

Hay un tipo en el PP que es un genio. Nadie sabe su nombre ni de dónde ha salido, pero hay quien dice que, de noche, cuando todos duermen, entra por el garaje en la sede de Génova 13 y se reúne en secreto con Teodoro García Egea. Al parecer hay un “presunto vídeo” —dicho sea sin acritud— en el que este personaje misterioso le dice al secretario general:

—Tengo al candidato perfecto para el Tribunal Constitucional.

—A ver, dispara —responde García Egea, mientras va dejando en el platillo un arsenal de huesos de aceituna.

—Enrique Arnaldo.

Al escuchar ese nombre, don ...

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Hay un tipo en el PP que es un genio. Nadie sabe su nombre ni de dónde ha salido, pero hay quien dice que, de noche, cuando todos duermen, entra por el garaje en la sede de Génova 13 y se reúne en secreto con Teodoro García Egea. Al parecer hay un “presunto vídeo” —dicho sea sin acritud— en el que este personaje misterioso le dice al secretario general:

—Tengo al candidato perfecto para el Tribunal Constitucional.

—A ver, dispara —responde García Egea, mientras va dejando en el platillo un arsenal de huesos de aceituna.

—Enrique Arnaldo.

Al escuchar ese nombre, don Teodoro está a punto de atragantarse con un proyectil. “Non fotis” —exclama el lugarteniente de Pablo Casado, que aunque nadie lo sepa heredó de Aznar la costumbre de hablar catalán en la intimidad—, “qué malvado eres. ¿Arnaldo? El PSOE no va a tragar con este”.

¿Que no va a tragar el PSOE? Y hasta Unidas Podemos. Tú proponlo y ya verás.

La escena anterior es ficción, salvo alguna cosa, que diría Mariano Rajoy. Y las dos cosas que no son ficción son precisamente las más increíbles. La primera es que el PP se haya atrevido a presentar a un candidato tan de parte y con tantas sombras de sospecha. La segunda es que tanto el PSOE como Unidas Podemos se hayan tragado hasta el momento un sapo tan indigesto.

Los socialistas, con algún revuelo interno tras la indignación pública de Odón Elorza; los parlamentarios de UP, con algo muy parecido a la resignación cristiana. Basta repasar las entrevistas consecutivas en la cadena SER de Elorza y de Jaume Asens, presidente del grupo parlamentario de Unidas Podemos. Dijo el martes el exalcalde socialista de San Sebastián: “Arnaldo no reúne las condiciones de ejemplaridad. Muchos votaremos con una pinza en la nariz”. Declaró Asens ayer: “Votar en contra sería lo coherente, pero un Constitucional sin renovar es insostenible”. Y añadió, a modo de epitafio de la nueva política: “La política es eso. Saber que cuando tienes que gobernar hay que asumir contradicciones”

Twitter, lógicamente, entró en erupción. No hay más que darse una vuelta para constatar que la designación de Arnaldo ha provocado en el centroizquierda un incendio muy difícil de apagar.

El tuitero Rubén Sánchez: “Es grave que el PP proponga a Enrique Arnaldo como magistrado del Constitucional. Pero mucho más lo es que PSOE y Unidas Podemos voten a favor para así garantizar que sean aceptados sus candidatos. Un intercambio de cromos absolutamente infame”. El periodista Pedro Blanco: “¿Se puede decir que es un puñetero escándalo que PSOE y Unidas Podemos vayan a aceptar a Enrique Arnaldo como magistrado del TC a cambio solo de que los suyos también salgan elegidos? Luego dirán no sé qué de la independencia y la regeneración”. David Segovia, un militante de Podemos que subraya en su cuenta de Twitter que “Pablo Iglesias ha cambiado la política española”, escribe un tuit por el que se cuela un cierto desencanto: “Si la excusa del Gobierno para apoyar a Enrique Arnaldo es que el PP volvería al bloqueo, entonces que hubiera seguido el bloqueo. Podemos no debe asumir eso. Deben votar no, y si sale elegido que no sea con su voto. Es inasumible el voto afirmativo”.

Si no salta la sorpresa, la bancada de la izquierda votará en pleno con la nariz tapada. Para el PSOE será un día triste, a la altura de aquel en que sostuvieron a Rajoy en el Gobierno. Para Unidas Podemos será todavía peor, un aterrizaje forzoso en la triste realidad. Para el PP, en cambio, no será un problema. Hace tiempo que perdió el olfato.

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