El error del Brexit
Los conservadores británicos se mantienen en su línea antiinmigración a pesar del desabastecimiento
El congreso anual del Partido Conservador, celebrado en Mánchester, lejos de ser una plataforma de presentación de un proyecto político se ha convertido en una justificación plagada de explicaciones sesgadas y promesas irrealizables ante el grave desabastecimiento de bienes esenciales que los británicos han sufrido en las últimas semanas. Destacadas figuras del partido que ocupa el número 10 de Downing Street desde 2010 han recurrido desde la tribuna de oradores a ...
El congreso anual del Partido Conservador, celebrado en Mánchester, lejos de ser una plataforma de presentación de un proyecto político se ha convertido en una justificación plagada de explicaciones sesgadas y promesas irrealizables ante el grave desabastecimiento de bienes esenciales que los británicos han sufrido en las últimas semanas. Destacadas figuras del partido que ocupa el número 10 de Downing Street desde 2010 han recurrido desde la tribuna de oradores a argumentos que rayan en la xenofobia para invisibilizar el caos provocado por la aplicación de la ley de inmigración, en vigor desde enero, y que apenas ha tardado unos meses en generar una falta de mano de obra que la población ha percibido día a día en múltiples sectores.
La ministra de Interior, Priti Patel, puso en pie a sus correligionarios al presentar como un éxito “haber acabado con la libertad de movimiento de las personas”. Más allá de la dudosa catadura del criterio, exhibe una sobreactuada actitud triunfalista que se compadece mal con el hecho de que su propio Gobierno se haya visto obligado a dar marcha atrás, desdecirse y conceder la semana pasada hasta 5.000 visados para camioneros y otros 5.500 para trabajadores de la industria avícola. Eso sin contar los 200 militares enviados como solución de emergencia para repartir combustible, a la espera de que entren en vigor los primeros 300 visados para camioneros procedentes de la UE. Pero ni en esto se han cumplido las optimistas previsiones del Gobierno británico. Lejos de producirse la prometida avalancha de demandantes, la cifra de solicitudes apenas alcanzaba a las 127 hasta este martes.
Según Boris Johnson, máximo responsable de una negociación caótica con Bruselas y un errático cumplimiento de los acuerdos alcanzados, el problema estriba en lo que denomina “sistema roto”, es decir, el sistema productivo del Reino Unido dentro de la Unión. Johnson asegura que la insólita situación que viven los británicos es solo un ajuste temporal, las dificultades en los suministros son de alcance mundial y la vacante de un millón de puestos de trabajo es, en realidad, una excelente oportunidad para los británicos. Y es cierto que existen problemas —en última instancia derivados de la crisis pandémica— de suministro de algunos componentes y energía en todo el mundo, pero solo en el Reino Unido falta combustible en las gasolineras.
El primer ministro aseguró ayer que reducir la inmigración provocará una subida de salarios. Johnson vuelve a argumentar de forma inconsistente que la culpa de que los británicos ganen poco la tienen los trabajadores extranjeros. La afirmación por sí sola evidencia la huida hacia adelante emprendida por los tories, dispuestos a cualquier cosa antes de reconocer lo evidente: el error del Brexit.