Carrera de fondo

No por previsible la caída del PP reflejada en el barómetro del CIS de septiembre es menos sorprendente

El presidente del PP, Pablo Casado, y el líder de Vox, Santiago Abascal, conversan en el Congreso en 2020.Uly martín

Los datos del barómetro del CIS de septiembre arrojan pocas novedades, pero contundentes y hasta cierto punto sorprendentes. El cambio principal respecto de la encuesta de julio es el retroceso del PP, previsible por el agotamiento del empuje proporcionado por la victoria de Ayuso en las elecciones autonómicas de Madrid. El voto de los populares, de celebrarse hoy las elecciones generales, se situaría en un nivel similar al de abril, j...

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Los datos del barómetro del CIS de septiembre arrojan pocas novedades, pero contundentes y hasta cierto punto sorprendentes. El cambio principal respecto de la encuesta de julio es el retroceso del PP, previsible por el agotamiento del empuje proporcionado por la victoria de Ayuso en las elecciones autonómicas de Madrid. El voto de los populares, de celebrarse hoy las elecciones generales, se situaría en un nivel similar al de abril, justo antes de la convocatoria avanzada en Madrid.

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No por previsible la caída del PP es menos sorprendente. En primer lugar, por lo abrupto de la tendencia. Tres puntos en estimación entre julio y ahora, lo que le aleja de un PSOE plano. En este lapso los populares habrían perdido 300.000 votantes, más de medio millón desde junio, lo que equivaldría a dejar escapar prácticamente todo el voto acumulado a raíz del 4M madrileño.

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En segundo lugar, lo que sorprende aún más, porque no parece responder a ningún acontecimiento relevante, es la dirección que toman la mayor parte de las pérdidas populares: hacia Vox. El partido ultraderechista recupera en este sondeo el nivel de estimación de abril, precisamente antes de las elecciones autonómicas de Madrid. Y lo hace no fidelizando su propio espacio de voto (ya de por sí muy fiel), sino capturando el voto que sale del PP. Entre julio y septiembre, Vox habría doblado el número de votantes provenientes de los populares. A tenor de los datos del CIS, hoy en día casi 700.000 electores que optaron por el PP en noviembre de 2019 votarían ahora a los de Abascal.

El movimiento tiene difícil explicación, y tal vez el problema es entender ese segmento como un voto decidido cuando no lo es. Los datos del barómetro (de cualquier barómetro) apuntan más que concluyen. Al fin y al cabo, aún queda un largo trecho hasta las elecciones generales y las tendencias que se observan deben tomarse como eso, tendencias, y demasiadas veces nos dejamos llevar por el presentismo de los datos del día, extrapolándolos a un futuro que aún es incierto.

Lo que nos dice el barómetro es que la frontera entre el PP y Vox sigue abierta, que hay un tránsito importante de votantes entre uno y otro partido, de una magnitud suficiente como para decantar qué partido encabeza los pronósticos demoscópicos. El PP habría apurado el saco de votos de Cs, pero no ha logrado taponar la herida de Vox, algo que los resultados de Madrid ya anunciaban.

Los datos también demuestran que la estrella de Ayuso palidece entre el votante del PP, pero no en favor de Casado, preferido como presidente por menos de la mitad de sus votantes, sino de Abascal. Además, la estrategia del PP de movilizar a su espacio a base de demonizar a Sánchez, exitosa entre su base, no aleja la sombra de Vox, sino todo lo contrario.

En la izquierda parece vivirse un momento de calma a la espera de lo que pueda suceder. El voto socialista se mantiene a la expectativa. El intento de movilizarlo apelando al éxito en la vacunación y la evacuación de Afganistán ha chocado con la factura de la luz. Por su parte, la evidente mejora que ha supuesto para UP el cambio de Iglesias por Díaz no parece traducirse electoralmente.

Compás de espera. Casi tres millones de electores no saben aún lo que van a votar. A veces, llevados por el fragor de la batalla, por el griterío y la inmediatez, olvidamos algo esencial: esto es una carrera de fondo y no estamos, ni de lejos, en la última vuelta.

Oriol Bartomeus es profesor de Ciencia Política en la Universitat Autònoma de Barcelona.

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