Venezuela pacta

Los negociadores de la mesa de México muestran seriedad y pragmatismo frente a unos líderes subidos de tono

La delegación del Gobierno venezolano antes de la rueda de prensa en Ciudad de México tras la mesa de negociación con la oposición.José Méndez (EFE)

El primer acuerdo alcanzado en México por el Gobierno y la oposición venezolana para facilitar el acceso a las vacunas es una señal que apunta al optimismo y a la certeza de que el diálogo entre las partes es el único camino viable para lograr una salida a la crisis en la que Venezuela está sumida desde hace ya demasiados años.

Después de cuatro días de conversaciones,...

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El primer acuerdo alcanzado en México por el Gobierno y la oposición venezolana para facilitar el acceso a las vacunas es una señal que apunta al optimismo y a la certeza de que el diálogo entre las partes es el único camino viable para lograr una salida a la crisis en la que Venezuela está sumida desde hace ya demasiados años.

Después de cuatro días de conversaciones, la primera ronda de negociaciones entre las dos partes ha dado sus primeros frutos. Como suele ser habitual en este tipo de procesos, los avances quedan sepultados por un lenguaje críptico. Del documento final se desprende, no obstante, que el Gobierno y la oposición han acordado crear mecanismos para ayudar a combatir los efectos de la pandemia, entre ellos una vía rápida de acceso a las vacunas. Además, aunque nunca ha sido un motivo de disenso entre las dos partes, pactaron defender la Guayana Esequiba, una zona rica en recursos minerales que enfrenta a Guyana y Venezuela desde hace siglos, y una de las demandas que el Gobierno había traído a la mesa de diálogo para esta ocasión.

Los acuerdos se dan pocos días después de que la oposición mayoritaria anunciase su voluntad de acudir a las elecciones locales y regionales convocadas para finales de noviembre. Un paso que, sumado a los primeros avances, contribuye a despejar el ambiente antes de entrar en las zonas más espinosas de la negociación, como un hipotético levantamiento de las sanciones internacionales, como reclama el chavismo, o la necesidad de establecer un calendario electoral claro y con garantías, como exige la oposición y la comunidad internacional. Pese a los primeros gestos positivos, las diferencias entre ambas partes son aún grandes, como ellos mismos han recalcado, por lo que la discreción mantenida hasta ahora debe ser la constante.

No contribuyen, sin embargo, a generar un clima favorable, ni en Venezuela ni en el exterior, los ataques de Nicolás Maduro hacia Juan Guaidó, el líder opositor, con continuas amenazas de que puede ser enjuiciado en cualquier momento. Tampoco aportan nada a la oposición las declaraciones ambivalentes del propio Guaidó, quien por un lado se suma a la voluntad mayoritaria, pero sugiere abstenerse en los comicios sin especificar el motivo.

Por suerte, la cordialidad y la seriedad de la que se han dado sobradas muestras en México nada tiene que ver con la crispación instalada en Caracas. Si bien ambas partes y Noruega, el facilitador de la negociación, dejaron claro desde un inicio que nada está acordado hasta que todo esté considerado, lo cierto es que Gobierno y oposición han mostrado hasta ahora una buena disposición para que las conversaciones avancen. Y eso es ya un motivo de celebración para Venezuela, que tanto necesita este entendimiento.

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