Ahorro disponible

El dinero embalsado por las familias es clave para acelerar la recuperación

Clientes de un supermercado hacen cola para pagar.Samuel Sánchez

Entre las diversas consecuencias del prolongado confinamiento que la pandemia ha determinado, una de las más destacadas es la caída del consumo de las familias. A pesar del ascenso del comercio electrónico, las dificultades físicas para las decisiones normales de gasto y la incertidumbre restringieron severamente el consumo privado. Aun cuando la renta no haya crecido, bien sea por la caída del empleo o la directa estabilizac...

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Entre las diversas consecuencias del prolongado confinamiento que la pandemia ha determinado, una de las más destacadas es la caída del consumo de las familias. A pesar del ascenso del comercio electrónico, las dificultades físicas para las decisiones normales de gasto y la incertidumbre restringieron severamente el consumo privado. Aun cuando la renta no haya crecido, bien sea por la caída del empleo o la directa estabilización de los salarios, cuando no su reducción, las familias de clase media y baja han aumentado su propensión al ahorro. Esa cantidad de dinero no asignada al consumo, que en el caso español representa una tasa del 15% de la renta disponible, ha sido embalsada durante el último año y medio en depósitos bancarios, fondos de inversión y en metálico, hasta iniciar su filtración reciente a decisiones de consumo, fortaleciendo la recuperación ya explícita en numerosas economías.

Esa liberación del ahorro acumulado encuentra estímulos adicionales en unas condiciones monetarias y financieras históricamente laxas, con tipos de interés en mínimos, consecuentes con las decisiones de los bancos centrales de estimular de forma excepcional la demanda agregada. En algunos países como Alemania, el Gobierno ha inyectado directamente renta en los hogares. El resultado puede ser, efectivamente, la continuidad del ascenso de la demanda de bienes y servicios como la ya observada en la mayoría de las economías avanzadas. Dependiendo de ese ritmo de trasvase, el ahorro acumulado podría contribuir de forma determinante al sostenimiento de la recuperación en los próximos años. Esa es la conclusión de un trabajo del Mecanismo Europeo de Estabilidad (Mede), el fondo de rescate de la zona euro, que calcula que la eurozona podría recuperar este mismo año el terreno económico perdido si el ahorro acumulado se reduce un 30% hasta finales de 2022.

La concreción de un escenario tal dependerá lógicamente de la ausencia de perturbaciones en el proceso de recuperación en ciernes. En primer lugar, del control de nuevas variantes de propagación del virus y del consiguiente asentamiento definitivo de la confianza de las familias en el futuro económico. No menos importante es el mantenimiento de las políticas de estímulo de la demanda que bancos centrales y gobiernos instrumentaron acertadamente desde el inicio de la pandemia. Finalmente, y condicionando esas dos premisas, el control de la inflación emergente, pero suficientemente explícita en algunas economías, constituye una de las condiciones necesarias para la normalización del gasto en consumo.

Frente a esas contingencias, las autoridades han de centrarse en dos prioridades. Esmerar el control de la propagación de la pandemia es la fundamental. Es una forma de asentar la confianza de los ahorradores y relajar todas las precauciones que han impulsado la acumulación de ahorro. La segunda prioridad es sopesar bien las decisiones de retirada de los estímulos monetarios y fiscales que han favorecido el inicio de la recuperación. Para conseguirlo, calibrar adecuadamente el carácter temporal de las amenazas inflacionistas es esencial, como lo es, para los gobiernos, mantener un ritmo adecuado de concreción de las decisiones de inversión pública asociadas al plan de recuperación. Salvo sorpresas, este debería ser el garante principal de la normalización económica a medio plazo. En manos de los gobiernos queda.

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