Nuevo Gobierno, más PSOE
Pedro Sánchez ha querido reforzar la confianza en el partido para rediseñar su nuevo Ejecutivo
No ha sido preciso retocar los equilibrios de la coalición para que la foto resultante sea la de un Gobierno marcadamente socialista. El PSOE toma el mando del nuevo Ejecutivo enfatizando más la irrelevancia de Podemos con carteras sin entidad y titulares desgastados o ausentes, salvedad hecha de la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo cuyo desempeño seguirá siendo estratégico en los próximos meses.
La pandemia, como es...
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No ha sido preciso retocar los equilibrios de la coalición para que la foto resultante sea la de un Gobierno marcadamente socialista. El PSOE toma el mando del nuevo Ejecutivo enfatizando más la irrelevancia de Podemos con carteras sin entidad y titulares desgastados o ausentes, salvedad hecha de la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo cuyo desempeño seguirá siendo estratégico en los próximos meses.
La pandemia, como es sabido, no sólo reconfiguró la agenda del primer Gobierno de coalición a los pocos meses de su constitución. También sacó a la luz las costuras de la estructura de Gobierno y la incapacidad de algunos de sus componentes para acertar en su desempeño. Todo eso requería, sin duda, enmendar errores. También en el caso de Carmen Calvo, con serias dificultades para afrontar los desaires constantes del socio de coalición y encarar con éxito la coordinación del Consejo de Ministros. Ahora, el reto parece asignado a Félix Bolaños, quien tendrá que acometer una tarea política de gran complejidad y que cuesta imaginar en un perfil como el de Nadia Calviño. La vicepresidencia primera se constituye así en una fórmula adecuada para privilegiar el área económica del Ejecutivo más que en un órgano de impulso y coordinación.
La designación del nuevo Gobierno rompe con la determinación del presidente de incorporar perfiles independientes o de filiación ambigua, como era el caso de un controvertido jefe de Gabinete del que se conocen más errores que aciertos. A las puertas de un nuevo Congreso del PSOE, Pedro Sánchez ha querido reforzar la confianza en el partido para rediseñar su Gobierno. Las trayectorias de los que entran (y de los que salen) apuntalan de manera sobresaliente esta influencia en un momento de la legislatura en el que el componente electoral va a resultar nuclear. No todos los perfiles seleccionados disponen hoy del conocimiento suficiente de las áreas que tendrán que liderar, pero sí cuentan con experiencia de gestión en otros niveles, además del suficiente armazón ideológico para que su encomienda dote al proyecto de más identidad política.
No quiero dejar pasar por alto la metáfora que en este nuevo Gobierno encuentro en la cuestión de la edad y el papel protagonista de las mujeres. Dos elementos que subrayan un mensaje claro a la sociedad acerca del compromiso de una nueva generación con la recuperación y la transformación de un país moderno que resulta cada vez más prometedor. Una generación que no está lastrada por pesadas mochilas de esa España ya lejana en el tiempo cuya nostalgia tantas veces dificulta soluciones de futuro.
Al margen de estas primeras impresiones sobre el nuevo Ejecutivo, que habrá tiempo de ir completando en función de sus resultados, no deja de sorprender, en términos de cultura democrática, que la oposición solo acierte a reclamar un adelanto electoral cuando los recién designados prometen sus cargos ante el Rey. Además de una grosera falta de cortesía, da testimonio de la realidad paralela en la que se ha instalado un desnortado Partido Popular. ¡Qué lástima!