Los retos pendientes de Madrid
Votar este martes es el primer paso para dar respuesta a los problemas de la comunidad
La polarización y el populismo han dominado una campaña pobre y simplificadora para unas elecciones que no correspondía celebrar hasta 2023. La presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, las convocó de forma anticipada ante ...
La polarización y el populismo han dominado una campaña pobre y simplificadora para unas elecciones que no correspondía celebrar hasta 2023. La presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, las convocó de forma anticipada ante el temor a una moción de censura en la que participara Ciudadanos, el socio menor de la coalición de Gobierno de la Comunidad de Madrid. Las malas maneras empleadas, la escasez de debates, la dudosa oportunidad de la cita y hasta la violencia verbal usada en algún caso pueden ponerse en el debe de la política regional —y nacional, ya que estas elecciones han adquirido una dimensión que va más allá de su ámbito territorial—, pero en el haber hay que poner este martes lo único que verdaderamente cuenta en democracia: los votos. Una campaña corta de miras no empaña ni desmerece, sino acaso lo contrario, el valor de la voluntad de los ciudadanos que hoy están llamados a acercarse a las urnas con el máximo respeto a las condiciones sanitarias de seguridad. Son ellos los que pueden dar las mejores lecciones con su participación.
Las elecciones en pandemia han venido acompañadas de una baja afluencia (fue del 53,54% en febrero en Cataluña; del 48,97% en Galicia y del 50,78% en el País Vasco, estas en julio de 2020), que puede verse también espoleada por un factor novedoso en esta ocasión, y es que se celebran en día laboral. Es de desear que ambas razones no disuadan a los madrileños cuando en su mano tienen las decisiones últimas sobre quién los gobernará. El 64,27% acudió en 2019 a las urnas.
Madrid se enfrenta a grandes retos que amplifican los que tiene toda España y que en esta comunidad adquieren una particular envergadura por su tamaño (en torno al 14% de la población y el 20% de la economía nacional) y por tratarse de uno de los tractores económicos del país en la frágil situación derivada de la crisis pandémica. Los desafíos que tiene por delante han estado muy lejos de los focos de la campaña, pero no deben ser olvidados.
En lo que respecta a la covid, la incidencia ascendía el lunes a 369 casos por 100.000 habitantes en los últimos 14 días, una de las mayores de España (223) y solo superada por el País Vasco. Un 44,70% de las camas de UCI están ocupadas por pacientes covid, la mayor tasa nacional. En educación, Madrid sufre más desigualdad que la media española, con el gasto público por alumno más bajo de España y una baja tasa de matriculación en la enseñanza pública (solo la del País Vasco es menor). Y en sanidad, los recortes y la forma de fijar las prioridades marcan realidades que no han emergido suficientemente en la campaña, a pesar de los esfuerzos de algunos candidatos. Superar la grave crisis económica, articular proyectos para combatir el cambio climático, encontrar un modelo de gestión eficiente para las residencias de ancianos: los desafíos son ingentes y a los ciudadanos se los ha privado de una discusión clara sobre alternativas diferentes en una campaña centrada en conceptos y discursos artificiosos, más próximos a lo emocional que a lo que Madrid se juega de verdad en los próximos años.
Los ciudadanos tienen hoy la palabra. Al Gobierno que salga de las urnas le toca apagar las distorsiones de un clima polarizado y centrarse en los asuntos que rigen la vida de los habitantes de la comunidad.