Columna

Biden el Restaurador

El nuevo presidente es un hombre decente, recuperará la civilidad perdida. No es poco. Suerte Joe

El preidente de Estados Unidos, Joe Biden.JONATHAN ERNST (Reuters)

Un presidente católico, el segundo después de Kennedy, 78 años, afronta el mayor reto de la historia presidencial desde la Gran Depresión de 1929 que resolvió el presidente más grande del siglo XX, Franklin Delano Roosevelt. Un triple desafío: sanitario, que ha costado ya más de 400.000 víctimas, más que todos los soldados estadounidenses muertos en la II Guerra Mundial; económico, más de 10 millones de parados desde el inicio de la pandemia; y político, un país dividido, en guerra incivil, donde solo hace 15 días el presidente Trump incitó a la insurrección.

Afortunadamente, el golpe d...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Un presidente católico, el segundo después de Kennedy, 78 años, afronta el mayor reto de la historia presidencial desde la Gran Depresión de 1929 que resolvió el presidente más grande del siglo XX, Franklin Delano Roosevelt. Un triple desafío: sanitario, que ha costado ya más de 400.000 víctimas, más que todos los soldados estadounidenses muertos en la II Guerra Mundial; económico, más de 10 millones de parados desde el inicio de la pandemia; y político, un país dividido, en guerra incivil, donde solo hace 15 días el presidente Trump incitó a la insurrección.

Afortunadamente, el golpe de Estado del día de Reyes no triunfó; las instituciones salvaron la democracia y Joseph Biden tomó posesión determinado a “restaurar el alma de América”, tras cuatro años de vandalismo institucional protagonizado por Trump. El mundo exhala aliviado. Que gran material para una serie de televisión.

“No somos así, EE UU no es así”, esta desunión, esta rabia, este odio, lamentó el nuevo presidente. ¿Seguro? 74 millones votaron por Trump, no leen The New York Times, ni falta que les hace. Son los trabajadores sin educación universitaria, los dejados atrás por la globalización y la tecnificación, los hijos que vivirán peor que sus padres. Los perdedores del ascensor social averiado. Las clases medias desclasadas. Creyentes fáciles de un populismo mágico, presos de las redes sociales, se tragan la realidad virtual y creen aún que Trump ganó la presidencia. Ven amenazado el supremacismo de la América blanca anglosajona.

Esto también es EE UU. La brecha a cerrar es enorme. La presidencia de Biden ha despegado como un cohete. Un presidente que lleva en su ADN rasgos de moderación y diálogo, gobernará sin embargo a la izquierda de Clinton y Obama. Su presidencia puede ser transformadora, no simplemente una época de transición. Sino una respuesta extraordinaria a un escenario de crisis inédito. No tiene más remedio porque estamos entrando en otro mundo.

Biden puede seguir el guion de los 100 primeros días frenéticos que le llevaron a Roosevelt a lanzar el New Deal. Reformas estructurales en sanidad, educación, seguridad social, infraestructuras, para hacer un país más justo, menos desigual. Y recuperar la posición internacional perdida desmintiendo la afirmación de Gideon Rose, director de Foreign Affairs: “EE UU son un desengaño, una tremenda decepción”.

EE UU ocupa el número 28 de la clasificación mundial de bienestar ciudadano. Sus habitantes tienen menos probabilidades de concluir los estudios secundarios, más posibilidad de morir jóvenes, y están más expuestos a la violencia que los ciudadanos de otros países avanzados. 50 millones viven en la pobreza, de ellos un tercio son niños. Seamos optimistas. Biden el restaurador, un hombre decente, recuperará la civilidad perdida. No es poco. Suerte Joe.

fgbasterra@gmail.com

Archivado En