Columna

Más tecnología, menos robots

Mande quien mande, España fracasa ante lo imprevisto. Es un problema incrustado en el corazón de nuestro sector público

Un árbol caído en el centro de Madrid por el peso de la nieve.Samuel Sanchez

La mejorable gestión de la pandemia y de Filomena dice menos de las capacidades de Sánchez, Illa, Ábalos, Robles, Ayuso, Almeida o Aguado que de nuestras Administraciones. Si todos nuestros políticos —tan variopintos en ideología, formación y talante— fallan, la culpa no puede ser suya. Mande quien mande, España fracasa ante lo imprevisto.

Es un problema incrustado en el corazón de nuestro sector público y repararlo requiere cirugía mayor. No es que no sepamos manejar las crisis. La traumática experiencia de la covid y la borrasca ha mostrado que somos un país que gestiona bien e...

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La mejorable gestión de la pandemia y de Filomena dice menos de las capacidades de Sánchez, Illa, Ábalos, Robles, Ayuso, Almeida o Aguado que de nuestras Administraciones. Si todos nuestros políticos —tan variopintos en ideología, formación y talante— fallan, la culpa no puede ser suya. Mande quien mande, España fracasa ante lo imprevisto.

Es un problema incrustado en el corazón de nuestro sector público y repararlo requiere cirugía mayor. No es que no sepamos manejar las crisis. La traumática experiencia de la covid y la borrasca ha mostrado que somos un país que gestiona bien el riesgo, pero mal la incertidumbre. El riesgo son accidentes conocidos, pero que no sabemos cuándo pasarán, como un atentado terrorista, o el colapso de una carretera por la nieve o de un hospital por la llegada masiva de pacientes. La incertidumbre son eventos desconocidos, como un virus del Lejano Oriente que paraliza al planeta en unas semanas, o una tormenta nunca vista que hunde en la nieve miles de vías públicas. El riesgo lo podemos prever. La incertidumbre no.

El riesgo exige activar protocolos y en eso somos muy competentes. Las puntuales situaciones de riesgo ocasionadas por el incierto virus y la incierta Filomena han sido bien afrontadas por nuestros Gobiernos. En la Unidad de Valoración de Riesgos, Protección Civil elaboró una respuesta adaptada al temporal, junto a la DGT y la UME, que evitó desastres mayores. De forma parecida, en marzo y abril los hospitales pusieron en marcha medidas de urgencia que salvaron muchas vidas. Y pocos países son capaces de desplegar con tal rapidez y efectividad despliegues policiales ante cualquier contingencia meteorológica, pandémica o terrorista.

Pero fracasamos en la gestión de la incertidumbre, porque no requiere protocolos y firmeza, sino imaginación y flexibilidad. No hay mapas para pandemias o borrascas ignotas. Más que aplicar los procedimientos estándares operativos, nuestra especialidad nacional, debemos cambiar la forma de pensar. Por ejemplo, cómo podríamos movilizar rápidamente recursos extraordinarios (rastreadores o limpiadores de nieve) en cualquier rincón del país. Para eso, debemos atraer más músculo científico-tecnológico a nuestro sector público, que ahora, en el mejor de los casos, lo externaliza a consultoras. Necesitamos Administraciones más tecnológicas y menos robóticas. @VictorLapuente

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