Señales
Tenemos múltiples espejos, no solo de la historia sino de ahora mismo, que muestran claramente adonde conduce la política entendida como la negación del otro
Escribe Barack Obama en sus memorias: “¿A esto había quedado reducida mi presidencia? ¿A luchas en la retaguardia para evitar que los republicanos saboteasen y desmantelasen todo lo que había hecho, solo porque lo había hecho yo? ¿Podía realmente mantener la esperanza de encontrar algún punto en común con un partido que daba la impresión de que, cada vez en mayor medida, consideraba que la oposición a mí era su principio unificador, el objetivo que prevalecía sobre todo los demás?... Era como si mi mera presencia en la Casa Blanca hubiese desatado un pánico muy arraigado, la sensación de que s...
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Escribe Barack Obama en sus memorias: “¿A esto había quedado reducida mi presidencia? ¿A luchas en la retaguardia para evitar que los republicanos saboteasen y desmantelasen todo lo que había hecho, solo porque lo había hecho yo? ¿Podía realmente mantener la esperanza de encontrar algún punto en común con un partido que daba la impresión de que, cada vez en mayor medida, consideraba que la oposición a mí era su principio unificador, el objetivo que prevalecía sobre todo los demás?... Era como si mi mera presencia en la Casa Blanca hubiese desatado un pánico muy arraigado, la sensación de que se había perturbado el orden natural de las cosas”.
Salvando todas las distancias del caso particularísimo de Obama, es fácil reconocer el tono de muchas de las discusiones políticas en España. La negación del otro es el principio rector de la polarización de la que nuestro país se ha convertido en alumno sobresaliente.
Ahora mismo las políticas concretas se discuten desde distintas posiciones en tres ámbitos: la incipiente coordinación entre comunidades autónomas, el diálogo social entre empresarios y sindicatos, y el Consejo de Ministros. Las broncas públicas entre los dos partidos de la coalición, que desgastan a ambos infinitamente, introducen matices en el debate público que en otros tiempos se daban en el Parlamento. Sobre si hay que subir o no el SMI, sobre la política fiscal, la protección de los vulnerables o qué hacer con las pensiones para que sean sostenibles. Porque el Congreso se ha borrado tanto de los debates de fondo como de los del día a día. Se hable de lo que se hable en la Carrera de San Jerónimo todo empieza y acaba en que este Gobierno ha venido a alterar el orden natural de las cosas.
Obama explica muy bien en su libro Una tierra prometida, la soberbia intelectual con la que ignoró las teorías de la conspiración sobre su persona. Cómo le parecía increíble que alguien diera crédito a las dudas sobre su nacimiento. Y cómo se sorprendió de que periodistas serios, aunque lo cuestionaran, le dieran cuartelillo a Trump y sus mentiras sobre el presidente porque subía la audiencia.
No podremos decir que no vimos las señales. Tenemos múltiples espejos, no solo de la historia sino de ahora mismo, que muestran claramente adonde conduce la política entendida como la negación del otro. Feliz Navidad. @PepaBueno