Más precaución

La aparición de una nueva variante del coronavirus en Reino Unido, presumiblemente más infectiva, añade incertidumbre a una situación que ya evolucionaba de forma muy negativa en Europa, hasta el punto de que muchos países, también España, han tenido que endurecer las restricciones. En tanto no se confirmen los indicios sobre esta nueva cepa, es obligado aplicar el principio de precaución. Si bien los primeros datos indican que no es más letal ni provoca formas más graves de la enfermedad, el mero hecho de que pueda expandirse más rápidamente la hace más peligrosa pues, con la misma tasa de mo...

La aparición de una nueva variante del coronavirus en Reino Unido, presumiblemente más infectiva, añade incertidumbre a una situación que ya evolucionaba de forma muy negativa en Europa, hasta el punto de que muchos países, también España, han tenido que endurecer las restricciones. En tanto no se confirmen los indicios sobre esta nueva cepa, es obligado aplicar el principio de precaución. Si bien los primeros datos indican que no es más letal ni provoca formas más graves de la enfermedad, el mero hecho de que pueda expandirse más rápidamente la hace más peligrosa pues, con la misma tasa de mortalidad, si aumentan los contagios crecerán también las muertes en la misma proporción.

El Centro Europeo de Control de Enfermedades aceptó ayer la estimación de las autoridades británicas de que la nueva variante aumenta la capacidad de contagio hasta un 70% y pidió evitar los viajes y actividades no esenciales. Los expertos coinciden en que la nueva variante, si se confirma que es más infectiva, tendría ventajas selectivas que le permitirían desplazar a las demás. Desde que apareció en el condado de Kent se ha extendido con mucha rapidez y se ha detectado en varios países. Se estima que en Londres ya es responsable del 62% de los nuevos casos diagnosticados. Además de confirmar los datos que se han conocido hasta ahora, una de las cuestiones que deberá aclararse es desde cuándo conocen las autoridades británicas la existencia y peligrosidad de la nueva cepa.

Este giro inesperado exige respuestas rápidas. Una vez más se ha echado de menos en la Unión Europea una estrategia coordinada. España apostaba por que los 27 países miembros adoptaran una posición conjunta sobre las medidas a tomar, pero cuando el Gobierno decidió ayer interrumpir los vuelos procedentes de Reino Unido, salvo para ciudadanos españoles y residentes, eran ya veinte los países que habían suspendido vuelos o cerrado fronteras con ese país. Pese a la mejora observada en la gestión de las vacunas, el mecanismo de toma de decisiones en la Comisión Europea sigue siendo poco ágil, lo que le resta efectividad y erosiona su autoridad.

Las cautelas que ayer mostraron muchos científicos son comprensibles puesto que la información disponible debe ser aún confirmada, pero dada la gravedad de la amenaza, las dudas tendrían que esclarecerse cuanto antes. Es muy importante poder anticiparse. Si se probara una mayor capacidad de contagio, las medidas que ahora se aplican para contener el virus resultarían insuficientes. La esperada tercera ola podría ser más grave y aunque la aprobación ayer de la primera vacuna, la de Pfizer y BionNTech, por la Agencia Europea del Medicamento abre fundadas esperanzas de controlar la pandemia, se necesitarán meses hasta poder alcanzar un nivel de inmunización suficiente para evitar la propagación del virus.

En este sentido, es muy positivo que se vayan disipando las reticencias de muchos ciudadanos ante las nuevas vacunas. El último barómetro del CIS confirmó ayer que el porcentaje de españoles que no se vacunaría de inmediato ha caído del 47% de la última encuesta al 28%. Los que se vacunarían de inmediato han pasado del 36,8% al 40,5% y un significativo 16,2% dice ahora que se inmunizará si la vacuna tiene garantías y es fiable, algo que la Agencia Europea del Medicamento certificó ayer respecto de la primera que ha solicitado la aprobación.