Columna

La catalanización de Madrid

Si uno cambia Madrid por Cataluña comprobará que muchas declaraciones de Isabel Díaz Ayuso y de algunos de sus consejeros podría suscribirlas Torra o cualquiera de los independentistas catalanes presos por sedición

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, participa en una sesión del pleno de la Cámara regional este jueves en Madrid.Emilio Naranjo (EFE)

Si uno cambia Madrid por Cataluña comprobará que muchas declaraciones de Isabel Díaz Ayuso y de algunos de sus consejeros podría suscribirlas Torra o cualquiera de los independentistas catalanes presos por sedición. Valga un ejemplo: “Tratar a Madrid como al resto de comunidades autónomas es injusto”. O este otro: “No es justo que los madrileños seamos rehenes de un Gobierno autoritario”. O este del consejero Enrique López, el juez que tuvo que dimitir como magistrado del Tribunal Constitucional por pilotar una moto sin casco y borracho que Ayuso ha tenido a bien poner al frente de la Justicia...

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Si uno cambia Madrid por Cataluña comprobará que muchas declaraciones de Isabel Díaz Ayuso y de algunos de sus consejeros podría suscribirlas Torra o cualquiera de los independentistas catalanes presos por sedición. Valga un ejemplo: “Tratar a Madrid como al resto de comunidades autónomas es injusto”. O este otro: “No es justo que los madrileños seamos rehenes de un Gobierno autoritario”. O este del consejero Enrique López, el juez que tuvo que dimitir como magistrado del Tribunal Constitucional por pilotar una moto sin casco y borracho que Ayuso ha tenido a bien poner al frente de la Justicia y el orden público de Madrid: “El estado de alarma del Gobierno es un atropello constitucional contra Madrid y un ataque a todos los madrileños”.

Si esas declaraciones (cambiando, ya digo, Cataluña por Madrid y madrileños por catalanes, y estado de alarma por artículo 155, por ejemplo) las hubieran hecho Torra o Junqueras no nos sorprenderían, pues estamos ya habituados a escuchárselas, como tampoco nos sorprendería la respuesta que de seguro les habrían dado los líderes del Partido Popular, ahora en cambio de acuerdo con ellas. La catalanización de Madrid, como antes la vasquización de Cataluña, nos ha sorprendido a todos, aunque no tanto como la comprensión que recibe del Partido Popular, que siempre ha defendido la idea de una España centralista y, por lo tanto, la sumisión de las autonomías al Gobierno.

Pablo Casado, el líder de ese partido, que continuamente califica al Gobierno catalán de desleal, incluso ha pedido al de España medidas contundentes contra él por su rebeldía, ahora resulta que entiende que otro Gobierno autonómico se enfrente al de la nación porque no está de acuerdo con sus decisiones. No solo eso, Pablo Casado y, con él, todos sus corifeos justifican que el Gobierno de Madrid ningunee al español hurtándole información sobre la pandemia vírica y hasta no poniéndose al teléfono cuando la vicepresidenta llama desde La Moncloa. Ni Puigdemont se atrevió a tanto cuando era el presidente de Cataluña.

No entro en el fondo de la disputa que desde hace ya meses enfrenta al Gobierno español con el de Madrid y que a estas alturas me da que ya es lo de menos (“Honremos al Señor que hizo la Nada/ y ha esculpido en la fe nuestra razón”, escribió Antonio Machado), pero creo que ha llegado el momento de que alguien ponga un poco de cordura y me temo que no será la presidenta de Madrid ni ninguno de sus asesores, auténticos profesionales de la provocación algunos de ellos, como Miguel Ángel Rodríguez, exportavoz del Gobierno de Aznar y tertuliano de televisión, después detenido también por conducir borracho como el consejero López, los que lo vayan a hacer. Tendrá que ser Pablo Casado, me temo, como ya pasó con Cayetana Álvarez de Toledo, su antigua portavoz en el Congreso, el que llame al orden a Díaz Ayuso si no quiere que ésta se radicalice aún más y le haga difícil, si no imposible, manifestarse contra las actitudes de otros presidentes autonómicos que obren como ella. Pero tiene que darse prisa no vaya a ser que, cuando lo intente, Ayuso se haya creído ella misma aquello que dijo de que Madrid es España dentro de España y ya no le obedezca. Ejemplos hay en la historia reciente de su partido y de este país como para andar con tiento.

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