Recuperación desigual
El colapso de la economía española, más grave que el de otros países desarrollados, requiere una rápida respuesta política en términos de planificación de gasto y reformas modernizadoras
A medida que se suceden los indicadores históricos y adelantados, se conforma un escenario de recuperación del crecimiento económico global frágil e insuficiente para compensar rápidamente los daños infligidos por la crisis. Además de parcial, la restauración de las pérdidas de bienestar será muy desigual entre los países. La de España, una de las economías avanzadas que ha sufrido una mayor contracción del PIB y mayores pérdidas de empleo, corre además el riesgo de ser menos pronunciada. La directora gerente del FMI volvió a recordar ayer que la intensidad de la recuperación es muy de...
A medida que se suceden los indicadores históricos y adelantados, se conforma un escenario de recuperación del crecimiento económico global frágil e insuficiente para compensar rápidamente los daños infligidos por la crisis. Además de parcial, la restauración de las pérdidas de bienestar será muy desigual entre los países. La de España, una de las economías avanzadas que ha sufrido una mayor contracción del PIB y mayores pérdidas de empleo, corre además el riesgo de ser menos pronunciada. La directora gerente del FMI volvió a recordar ayer que la intensidad de la recuperación es muy dependiente del margen de maniobra de las finanzas públicas para compensar la recesión. Las previsiones que hará públicas esa institución la semana que viene ilustrarán esa desigualdad, con la práctica totalidad de las economías emergentes, con la excepción de China, en serias dificultades para consolidar la recuperación. En el seno de las economías avanzadas, las periféricas de la eurozona sufrirán la escasez de impulsos propios suficientes.
Esa realidad es la que el Gobierno español acaba de reflejar en el cuadro macroeconómico en el que se sustentarán los próximos Presupuestos. Un ejercicio realista, en el que empeora la previsión de contracción del PIB —del 11,2% en 2020, dos puntos más que en la anterior proyección— y se anticipa una recuperación en 2021 del 7,2% en el escenario base y del 9,8% si la entrega de fondos europeos procede como previsto. A pesar de que el esfuerzo de gasto público que está haciendo es inferior al promedio de Europa, el déficit acusará el desplome de la recaudación tributaria y superará el 11% del PIB.
Por eso, las autoridades españolas confían en mayor medida que las de otros Estados de la eurozona en los recursos asociados al fondo de recuperación europeo, mayoritariamente transferibles a los países a fondo perdido. El presidente del Gobierno tiene previsto apuntar hoy criterios de asignación de esos 140.000 millones, pero la ministra de Hacienda ya cuenta en los Presupuestos del año que viene con 20.000 millones. Tan importante como el destino de esas inversiones resulta conocer los métodos de decisión, la gobernanza institucional de esos fondos y las reformas asociadas a su disposición. Esos recursos deben asignarse como inversiones que propicien una mayor sostenibilidad medioambiental y una aceleración de la digitalización en diversos ámbitos de nuestra vida. Para que sus efectos modernizadores se dejen sentir, será necesario que vayan acompañadas de reformas ambiciosas y, desde luego, de un amplio acuerdo político, con vocación de mantener su vigencia al menos en el horizonte plurianual por el que se extenderá ese providencial fondo europeo. El inquietante estado de la economía española requiere que se avance con rapidez por esa senda.