Ir al contenido
Cartas al director

El poder de la duda

Parece que dudar no está muy bien visto en estos tiempos. La incapacidad de hacerlo, incluso cuando no se sabe a ciencia cierta si lo que estamos diciendo tiene validez alguna, es una característica cada vez más frecuente de nuestra sociedad. Como profesora, desconozco cuántas veces he pedido a mi alumnado que indague, que se detenga, que piense antes de soltar cualquier disparate. La verdad es que no sé en qué momento se nos enseña que dudar no es bueno o cuándo se ha convertido en un signo de debilidad y, claro, después pasa lo que pasa, que nos convertimos en adultos y somos tan convincente...

Google te da acceso gratuito a esta noticia

Y a todo el contenido de EL PAÍS durante 30 días. Gratis, sin tarjeta.

Parece que dudar no está muy bien visto en estos tiempos. La incapacidad de hacerlo, incluso cuando no se sabe a ciencia cierta si lo que estamos diciendo tiene validez alguna, es una característica cada vez más frecuente de nuestra sociedad. Como profesora, desconozco cuántas veces he pedido a mi alumnado que indague, que se detenga, que piense antes de soltar cualquier disparate. La verdad es que no sé en qué momento se nos enseña que dudar no es bueno o cuándo se ha convertido en un signo de debilidad y, claro, después pasa lo que pasa, que nos convertimos en adultos y somos tan convincentes que, si no nos tratan a fondo, da la impresión de que somos eruditos en cualquier tema. Creo que la sociedad merece ciudadanos honestos que vayan de frente, no con su verdad, sino con la duda; por eso, por mi parte, seguiré enseñando a dudar.

Inés Gordo Puertas. Torremolinos

Archivado En