Columna

Por una Europa digital competitiva

El modelo paneuropeo deberá encontrar una visión que refleje su cultura, aproveche sus recursos nacionales y equilibre la defensa de la soberanía digital comunitaria con la reconciliación de otros intereses

Banderas europeas ondean frente a la sede de la Comisión Europea en Bruselas (Bélgica). EFE

TikTok, la popular red social, se ha convertido en la ultima protagonista del desacople entre Estados Unidos y China. No es anecdótico. Junto con la lucha por el control del 5G, lidiada en la arena de Huawei, el episodio pone de relieve la pugna por liderar la Cuarta Revolución Industrial y sus ramificaciones económicas, políticas, geoestratégicas y culturales. Una batalla en la que China podría llevar las de ganar. La potencia, apunta el experto en inteligencia artificial taiwanés Kai-Fu Lee (Superpotencias de la Inteligencia Artificial, ed. Deusto 2020), cuenta con una clase empresari...

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TikTok, la popular red social, se ha convertido en la ultima protagonista del desacople entre Estados Unidos y China. No es anecdótico. Junto con la lucha por el control del 5G, lidiada en la arena de Huawei, el episodio pone de relieve la pugna por liderar la Cuarta Revolución Industrial y sus ramificaciones económicas, políticas, geoestratégicas y culturales. Una batalla en la que China podría llevar las de ganar. La potencia, apunta el experto en inteligencia artificial taiwanés Kai-Fu Lee (Superpotencias de la Inteligencia Artificial, ed. Deusto 2020), cuenta con una clase empresarial sin parangón, formada por gladiadores sin escrúpulos, curtidos en “el entorno competitivo más despiadado del planeta”, y apoyada por un Gobierno proactivo. Sin olvidar su ventaja en la doble transición de la era de los descubrimientos a la de la aplicación y de los conocimientos especializados a los datos.

En este torneo, ¿dónde queda la Unión Europea? Rezagada. Con unas inversiones en I+D que representan el 2% de su PIB, menos de la mitad de Corea, y tan sólo 37 unicornios (compañías tecnológicas valoradas en más de 1.000 millones de dólares), cifra raquítica si la comparamos con las 166 de EE UU o las 60 de China. Con todo, la Comisión Europea ha puesto en marcha una estrategia digital con el objetivo de ir más allá de ponerse al día con otras regiones y alcanzar niveles de competitividad en la economía digital global. Activos no le faltan, desde el talento en las aptitudes STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) a la excelencia industrial, sin olvidar la experiencia en colaboración entre países miembros o una agenda propia en bienestar social, cambio climático y privacidad de datos. La cuadratura del círculo reside en compatibilizar soberanía digital y dependencia tecnológica foránea pues ¿cómo controlar el futuro cuando se depende de las compañías extranjeras? Pero éste es un problema global. Países como Singapur han optado por una vía media y combina la inclusión de proveedores de tecnología 5G europeos, como Ericsson y Nokia, con la integración en el ecosistema digital chino a través de acuerdos con la ciudad de Shenzhen. Por su parte, India, Vietnam y Japón apuestan por un desarrollo nativo de la próxima generación de redes, acelerando la fragmentación tecnológica global.

El modelo paneuropeo deberá encontrar una visión que refleje su cultura, aproveche sus recursos nacionales y equilibre la defensa de la soberanía digital comunitaria con la reconciliación de otros intereses. No se trata tanto de lograr una autonomía estratégica, basada en una idea equívoca de autosuficiencia, señaló recientemente a Politico Paul Timmers, antiguo director para ciberseguridad en la Comisión, como generar una “interdependencia estratégica”, con países de ideas y valores afines sobre el consenso de un bien global común.

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