Pandemia de datos caóticos
Si hubo razones objetivas para el desbarajuste de cifras en marzo, no las hay cuatro meses después
La confusa serie de datos sobre fallecidos y contagiados por la covid-19 se ha convertido en una caótica maraña de cifras que no cuadran. La culpa inicial del fiasco corresponde a las autoridades, pero alguna responsabilidad tienen los medios de comunicación, que no satisfacen el derecho de sus lectores a estar bien informados. Si al comienzo pudo haber razones objetivas para tal enredo, no las hay cuatro meses después. En el periódico cunde la frustración, mientras los lectores, víctimas del desbarajuste, exigen con razón mayor diligencia.
El descontrol es patente: cambios de criterios...
La confusa serie de datos sobre fallecidos y contagiados por la covid-19 se ha convertido en una caótica maraña de cifras que no cuadran. La culpa inicial del fiasco corresponde a las autoridades, pero alguna responsabilidad tienen los medios de comunicación, que no satisfacen el derecho de sus lectores a estar bien informados. Si al comienzo pudo haber razones objetivas para tal enredo, no las hay cuatro meses después. En el periódico cunde la frustración, mientras los lectores, víctimas del desbarajuste, exigen con razón mayor diligencia.
El descontrol es patente: cambios de criterios en el recuento de afectados, “apagones” de semanas en las cifras de fallecidos, suma repentina de 600 fallecidos más en Cataluña, resta de 1.918 en la contabilidad estatal, metodologías diferentes en las autonomías, rupturas de series estadísticas o mezcolanza entre casos “nuevos”, “diarios” o “confirmados”.
EL PAÍS ha denunciado estas anomalías en artículos como Los datos están mal (27 de marzo), Una pandemia en la que todas las cifras son una incógnita (3 de abril), El desbarajuste de las cifras del coronavirus (26 de mayo), Asteriscos, incoherencias y opacidad (27 de mayo) o Los problemas de usar daros del siglo pasado para una pandemia del siglo XXI (21 de junio). A su vez, las tablas que a diario difunde EL PAÍS son acompañadas a pie de gráfico con asteriscos y explicaciones complejas como estas: “A partir del 4 de julio, no se informa de los datos en fin de semana…”; “Las cifras de los fallecidos varían algunos días por diferencias de actualización…”; “A partir del 18 de abril, el ministerio publica solo los positivos por PCR y no incluye…”
Todo esto fomenta que lectores como David Echeverría digan que “los políticos y el periódico han perdido toda credibilidad” en ese terreno. Ante tanta dificultad, el diario no solo no ha podido poner orden en el caos, sino que a veces ha contribuido a acrecentarlo. Así, el día 12 se decía en la portada de la web: “El informe de este domingo refleja para toda Cataluña 816 casos nuevos diagnosticados en el día anterior”. En otra pieza se matizaba algo muy diferente: “Cataluña ha registrado 816 nuevos contagios notificados en las últimas 24 horas, pero contienen cifras de varios días”. Dos días antes, dos titulares seguidos en la web destacaban datos que inducían a error: “Cataluña notifica 774 nuevos infectados” y “Sanidad notifica 333 contagios por coronavirus”. Esos 774, se precisaba en el texto, “no corresponden a las últimas 24 horas”.
Uno de los tropiezos graves del diario se produjo el pasado día 6. En la portada de la edición impresa se decía: “Las muertes por coronavirus suben: 17 personas fallecieron en España en 24 horas”. “No es cierto”, me escribió Víctor Llano; “el error es gravísimo” porque —explicaba el lector— la cifra aludía a fallecidos en varios días. “Se trata de un error que (el periódico) no tardará en corregir”, enfatizaba Llano. No, no se ha corregido pese a que, en efecto, la afirmación era falsa.
Otros lectores como Óscar Lores acusan al diario de publicar datos “a granel”, sin suficiente contexto, mientras Jesús García Callejo se quejaba el miércoles de que hay confusiones entre los “casos diarios” que cita el periódico y los “nuevos diarios” y “casos confirmados” del ministerio. Luciano Alcalá sostiene que “el desconcierto” en los datos oficiales imposibilita “estadísticas encadenadas”.
Daniele Grasso, uno de los responsables del área de Datos del diario, asume que hay “muchísima frustración” por el desbarajuste y Kiko Llaneras, de la misma área, concluyó en un texto en junio que “el Gobierno no esconde las muertes, pero tampoco las comunica claramente”.
¿Hay alternativa cuando los datos oficiales son caóticos? Alberto Cairo, referente mundial en periodismo de datos y profesor en Miami, cree que sí y que The New York Times, por ejemplo, lo ha conseguido con un potente equipo dedicado a “limpiar, filtrar y normalizar” los datos. De ese equipo forma parte Robert Gebeloff, que el pasado día 8 contaba que ellos, y no las autoridades, han demostrado que la covid-19 afecta en EE UU mucho más a negros y latinos que a blancos.
Los medios de un gigante como el New York Times son incomparables, pero Cairo ve una opción: la colaboración entre varios periódicos, estatales o regionales, junto con expertos, epidemiólogos, bioestadísticos… Si se hizo con los casos de Edward Snowden o Wikileaks, recuerda, ¿por qué no con esta crisis existencial?: “No se trata solo de dar datos, sino de crear datos de forma rigurosa y contrastada”, sentencia Cairo.
La campaña de suscripciones en EL PAÍS es clara: “Suscríbete a los hechos”. Los lectores exigen que el periódico cumpla su compromiso. No hay excusas.
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